domingo, 22 de septiembre de 2013


China: socio de vital importancia en
la lucha contra el cambio climático

Jim Yong Kim | americaeconomia.com

Jim Yong Kim es presidente del Grupo Banco Mundial.

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Durante los últimos 30 años, China ha avanzado en la consecución 
de su objetivo de desarrollo económico a gran velocidad, con un crecimiento
medio de alrededor del 10% al año. Durante este período, aproximadamente 
500 millones de personas lograron salir de la pobreza y China ocupa ahora el 
segundo lugar entre los países del mundo por la magnitud de su economía.

Estos logros son notables para cualquier país y más aún para uno del tamaño de China.
Sin embargo, las tensiones que genera un crecimiento tan rápido son cada vez más 
claras, entre ellas, por ejemplo, la degradación ambiental y su impacto en la salud de las personas.
Los dirigentes del país están ahora considerando, de manera acertada, 
las medidas más adecuadas para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos chinos.
El mundo puede aprender mucho de la experiencia de China. Me parece sumamente alentador que China se haya propuesto ser un engranaje más importante de la solución mundial. China y el mundo necesitan ese tipo de medidas audaces, y el Grupo del Banco Mundial colaborará de todas las maneras posibles.


Para alcanzar estas aspiraciones, uno de los mayores desafíos que afronta China —y también el mundo— en nuestra era consiste en abordar los efectos del cambio climático. No es necesario mirar lejos para encontrar recordatorios trágicos de que el cambio climático es una amenaza real y presente que puede revertir los avances en materia de desarrollo logrados en el curso de muchos años.

En julio, las lluvias intensas que azotaron China sudoriental ocasionaron grandes inundaciones y deslizamientos de tierra que causaron la muerte de decenas de personas y centenares de desaparecidos. En agosto, la crecida del río Heilong (Amur) en la frontera entre la región nororiental de China y Rusia causó la peor inundación en un siglo, que bloqueó caminos y dejó aisladas a aldeas completas.

Hay pruebas cada vez más abundantes de que todos los fenómenos meteorológicos extremos —sequías, inundaciones, tormentas e incendios forestales— han aumentado durante las últimas décadas, en algunos casos a raíz del cambio climático. En un informe reciente del Banco Mundial, “Bajemos la temperatura: Por qué se debe evitar un planeta 4°C más cálido”, se señala que el aumento de la temperatura del planeta constituye una creciente amenaza para la salud y los medios de subsistencia
de los habitantes de todas las regiones, y da lugar a la posibilidad de que ocurran 
desastres de gran magnitud en forma habitual.

El cambio climático reviste suma prioridad para el Banco Mundial, y la institución
está trabajando con los países, con organizaciones, grupos de la sociedad civil
y otras entidades de todo el mundo para encontrar soluciones. 
China desempeñará un papel fundamental. Su gran extensión intensifica el desafío, 
y el ritmo veloz de crecimiento y urbanización exacerba el problema.

En la actualidad, China es el país que contribuye en mayor medida a las emisiones 
de gases de efecto invernadero en términos de volumen. La emisión per cápita de 
dióxido de carbono ha aumentado a 7,2 toneladas métricas, un nivel comparable al 
de los países de la Unión Europea.

La buena noticia es que el gobierno de China está adoptando medidas para abordar
el desafío en una escala semejante. El país se ha comprometido a lograr una reducción 
de su intensidad de carbono del orden del 40%-45% para 2020, en comparación con
los niveles de 2005, y a incrementar su consumo de energía basada en combustibles 
no fósiles al 15% para el mismo año.

China está a la vanguardia en el mundo en materia de desarrollo de pequeñas 
centrales hidroeléctricas y de capacidad eólica, que se ha duplicado cada
año desde 2005 hasta llegar a 61 gigavatios en 2012. Su consumo de 
energía renovable entre 1990 y 2010 ascendió a una cifra equivalente a la 
de todos los países de Europa en conjunto.

El Grupo del Banco Mundial está respaldando los esfuerzos de China por 
acrecentar los resultados. Firmé un memorando de entendimiento con el 
presidente de la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo con el objeto 
de ampliar la cooperación en las esferas del cambio climático, la energía limpia,
la reducción de los atascos y la contaminación atmosférica, y la gestión mejorada 
del riesgo de inundaciones.

Esta iniciativa se asienta en nuestra asociación histórica con China, que incluye 
más de la mitad de los 125 proyectos activos del Banco Mundial centrados en el 
programa de cambio climático. El Banco Mundial ha aportado financiamiento por
valor de US$5300 millones para iniciativas sobre cambio climático en China y ha 
movilizado otros US$36 000 millones del Gobierno, el sector privado 
y otras fuentes, propiciando de ese modo una 
inversión total de más de US$40 000 millones.
Tan solo el año pasado, la Corporación Financiera Internacional, la institución 
del Grupo del Banco que se dedica al sector privado, comprometió la cifra récord
de US$347 millones para proyectos relacionados con el clima. 
Esa suma representó un tercio del total de los compromisos por valor 
de US$1000 millones asumidos por IFC en China.

Por ejemplo, estamos trabajando en forma conjunta para transformar a 
Shanghai en una ciudad con bajo nivel de emisiones de carbono a través 
del aumento de la eficiencia energética en los edificios, y para promover la 
movilidad ecológica a través del transporte público y los vehículos eficientes 
y no contaminantes.

Durante las últimas dos décadas, hemos respaldado las actividades de 
China en materia de adopción e implementación en gran escala de
tecnologías limpias. Ahora estamos brindado apoyo a sus mecanismos 
piloto de comercialización de emisiones para alcanzar las metas 
ecológicas de manera más eficaz en función de los costos. 
Estos mecanismos incluyen un sistema de fijación de 
límites e intercambio de emisiones de carbono a través de la iniciativa
Asociación para la Preparación del Mercado,
mecanismos de intercambio de eficiencia energética y mecanismos 
de cuotas e intercambio de energías renovables.

Como se señala en nuestro informe, si hoy no se adoptan medidas 
drásticas, la temperatura del planeta podría aumentar 2°C por encima 
del nivel imperante en la era preindustrial en el curso de los próximos 20 a 30 años,
 con efectos devastadores en la producción agrícola, los recursos hídricos, 
los ecosistemas costeros y las comunidades.

En cuanto institución que se ha fijado la meta de poner fin a la pobreza 
extrema para el año 2030 y de promover la prosperidad compartida, 
ponemos todo nuestro empeño en ayudar a los países a reducir las 
emisiones de gases de efecto invernadero y a prepararse para un planeta 
con fenómenos climáticos y meteorológicos extremos de gran magnitud. 
Aunque el cambio climático afecta a todos los habitantes, los pobres 
son los más afectados y los que están menos preparados para afrontar sus efectos.

El mundo puede aprender mucho de la experiencia de China. 
Me parece sumamente alentador que China se haya propuesto ser un 
engranaje más importante de la solución mundial. China y el mundo 
necesitan ese tipo de medidas audaces, y el Grupo del Banco Mundial 
colaborará de todas las maneras posibles.

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