jueves, 28 de noviembre de 2019

Aplicación de fertilizantes de última generación reduciría la huella de carbono en la agricultura
revistatintaverde.com


En el debate sobre el cambio climático, cabe preguntarse por el papel que juega la agricultura en las emisiones de GEI. ¿Es sostenible el incremento de la producción agrícola? ¿Qué efecto tienen, por ejemplo, la produccción y el uso de los fertilizantes minerales?

Para Yara, compañía líder en soluciónes para la nutrición de cultivos, el presente y futuro de la agricultura están estrechamente vinculados al cambio climático. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) cree que ningún otro fenómeno impactará con tanta fuerza las zonas rurales y los sistemas alimentarios del planeta.

Por eso, en el marco del Día Mundial de los Fertilizantes, que se celebra el próximo 13 de octubre, la multinacional noruega hace un llamado a los gremios, la agroindustria y el Gobierno nacional, para impulsar una producción de alimentos baja en emisiones. De no hacerlo, los aumentos de temperatura sobrepasarán los 2°C, generando condiciones meteorológicas que muchos agricultores aún no sabrían cómo manejar.

“El primer paso es no cambiar el uso del suelo; debemos mantener los grandes depósitos de carbono, como bosques por ejemplo, que además de prestar un servicio crítico al ecosistema ayudan a preservar la biodiversidad. El segundo es impulsar la adopción de mejores prácticas en el uso de los fertilizantes minerales; aplicar fuentes de nitrógeno más eficientes, tales como los nitratos, que permiten aumentar el rendimiento en cosecha y reducen el impacto medioambiental”, afirma Chrystel Monthean, Business Unit Manager de Yara para Latinoamérica.

Según un reciente estudio del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), la agricultura, la ganadería y los cambios de uso de la tierra son responsables por el 23% de las emisiones de gases que producen el calentamiento global. Sin embargo, lo más alarmente es que, de acuerdo a la CEPAL, la contribución de América Latina y el Caribe es 1,5 veces superior, llegando al 42%[1]. Pero aún podemos hacer algo, si nos lo proponemos.

Nuestra región debe cambiar su forma de hacer agricultura y modernizarla, adoptar nuevas tecnologías de nutrición vegetal. Diferentes tipos de fertilizantes poseen distintas huellas de carbono, y solo aquellos de última generación pueden reducirla en la producción de alimentos. La huella de carbono es un indicador de los GEI emitidos a la atmósfera, en el ciclo de vida de cualquier producto.

“En algunas etapas de su ciclo de vida, los fertilizantes emiten gases de efecto invernadero (GEI), tales como CO2 (dióxido de carbono) y N2O (óxido nitroso). Sin embargo, los fertilizantes también estimulan la captación de CO2 por parte de las plantas y, al impulsar mayores producciones de alimento por unidad de tierra arable, ayudan a prevenir la deforestación y evitan cambios en el uso del suelo”, explica Margarita González, Directora de Agronomía de Yara para Latinoamérica.

Asimismo, cuando los fertilizantes se fabrican con baja huella de carbono y tienen fuentes de nitrógeno más eficientes, como los nitratos producidos en plantas europeas, contaminan mucho menos el aire, mitigan el cambio climático y facilitan una mayor producción de biomasa para fuentes de energía alternativas, tales como la caña de azúcar y el maíz.

“A medida que navegamos el camino hacia un futuro neutro en carbono, desde Yara incentivamos a los productores de Perú a sustituir fertilizantes convencionales, como la urea, el sulfato de amonio y el cloruro de potasio, por tecnologías más sustentables: fertilizantes a base de nitratos, que junto a nuestro conocimiento agronómico, les permiten aumentar su productividad, mejorar la calidad de su cosecha y cuidar el medio ambiente”, agrega Paulo Yvan, Director Regional de Yara South Pacific.

“Nuestros programas de nutrición ofrecen una proporción de nitrógeno nítrico mucho más alta que la de otros fertilizantes; los nitratos son la fuente preferida por las plantas y ofrecen grandes beneficios para el agricultor. Por eso, invitamos a las asociaciones de productores, las autoridades y la industria de alimentos, a repensar sus planes de fertilización y trabajar con Yara para reducir su huella de carbono, alimentar el mundo de manera responsable y proteger el planeta”, concluye Yvan.

El invento que más vidas ha salvado en el mundo 

Actualmente, la mitad de la comida que se produce en el mundo, para personas y animales, es posible gracias al uso de los fertilizantes. Lamentablemente, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hoy se pierden 4 hectáreas de tierras de cultivo por minuto en el mundo.

Sin duda, esto constituye una grave amenaza para la seguridad alimentaria de todos. Por eso, los suelos pueden nutrirse con fertilizantes orgánicos, cuando se encuentran disponibles en el suelo, pero también deben complementarse con fertilizantes minerales eficientes, a fin de mantener el contenido adecuado de elementos esenciales, que los cultivos necesitan para su correcto desarrollo.

En muchas ocasiones, los suelos presentan deficiencias de hasta un 85% en macro y micronutrientes, lo cual origina, en el caso de los seres humanos, problemas de crecimiento, debilidad muscular, osteoporosis y diabetes, entre otras enfermedades. Para Yara, estas deficiencias podrían prevenirse desde los alimentos, mediante una adecuada nutrición de cultivos con los nitratos.


jueves, 21 de noviembre de 2019

La actividad humana empobrece la naturaleza
ambientum.com

El clima determina el tipo de redes tróficas que encontramos en la naturaleza y las actividades humanas las empobrecen. Así lo confirma un estudio liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

A partir de la distribución geográfica y preferencias alimenticias de todos los mamíferos terrestres de gran talla del planeta, los autores encontraron que las comunidades se agrupan en seis tipos, en función de cómo son sus redes tróficas.

El clima desempeña un papel importante en la distribución de las especies, pero se sabe poco de su efecto sobre las interacciones entre los organismos que conviven en un mismo lugar. Un nuevo estudio, publicado en Nature Communications y liderado por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) se centra en una de las formas más importantes de interacción entre los seres vivos: la alimentación.

La investigación, que ayudará a predecir los efectos del cambio global sobre las comunidades biológicas, muestra cómo varía la organización trófica de las comunidades en función del clima, así como el efecto que las actividades humanas tienen sobre dicha organización.

“Con la ayuda del agua y los nutrientes del suelo, las plantas transforman la energía que les llega del sol en distintos recursos vegetales, tales como hojas o semillas. Esa biomasa vegetal sirve de alimento a distintos tipos de consumidores, tales como folívoros o granívoros. La hipótesis de partida es que la cantidad de energía disponible en cada región, determinada por el clima, restringe el tipo de redes tróficas que pueden existir. El resultado fue sorprendentemente claro”, afirma Miguel B. Araújo, investigador del MNCN.

Naturaleza

Los científicos analizaron las distribuciones geográficas y preferencias alimenticias de todos los mamíferos terrestres con un peso mayor de 3 kg. “Descubrimos que se agrupan en comunidades que, en función del clima en el que se encuentren, tienen un tipo u otro de organización trófica”, explica Manuel Mendoza, también del MNCN.

“Existe un aparente determinismo en las redes tróficas que, según parece, emerge por autoorganización, como resultado de la optimización en la explotación de los recursos disponibles. En concreto, encontramos seis formas básicas de organización trófica, a las que denominamos: boreal, templada, semiárida, tropical estacional, tropical húmeda y depauperada”, puntualiza.

Cómo afectan los seres humanos

Los resultados también muestran que las actividades de nuestra especie afectan directamente a la estructura trófica de las comunidades, disminuyendo el número de especies de esas comunidades respecto a lo que se espera, en función el clima en el que viven.

“Las estructuras depauperadas son muy interesantes. Las hemos encontrado en las islas oceánicas, en desiertos y en regiones polares, pero también en regiones muy afectadas por la actividad humana. En islas, es posible que dicha simplificación esté asociada a la dificultad de determinados niveles tróficos para colonizar estos territorios, pero también es posible que estén depauperadas por extinciones pasadas, inducidas por actividades humanas”, explica Miguel Araújo .

El científica revela que encontraron en algunas comunidades boreales o templadas de Europa y Norteamérica, que se están empobreciendo, o en comunidades tropicales, que se están transformando en semiáridas.

“Estos resultados nos ayudarán a predecir los efectos que el cambio climático y las distintas actividades humanas están teniendo ya y tendrán sobre la biodiversidad, puesto que las redes tróficas son la forma que esta tiene de autoorganizarse para explotar de forma eficiente los recursos disponibles en los ecosistemas”, concluye Araújo.


Fuente: MNCN-CSIC, Agencia SINC

miércoles, 20 de noviembre de 2019

ARGENTINA

Nuevo paso para proteger a los bosques nativos
lmneuquen.com

Se presentó un proyecto de ley para el ordenamiento territorial.

Nuevo paso para proteger a los bosques nativos


A partir de una exigencia a nivel nacional, la Legislatura provincial recibió ayer el proyecto de ley de Ordenamiento Territorial del Bosque Nativo, que apunta a proteger las superficies forestadas de la provincia. En el marco de esta iniciativa, se informó que se sumaron más de 50 mil hectáreas de bosques nativos al territorio neuquino.

Facundo López Raggi, ministro de Producción e Industria, informó que el proyecto busca adaptar la actual normativa, la ley provincial 2780, a la reglamentación nacional y que intensifica los criterios de conservación de estos espacios naturales.

Con la nueva redacción, la provincia sumará al menos 10 criterios de conservación ambiental en lugar de los tres que rigen actualmente en los bosques de la provincia. A su vez, el proyecto categoriza el territorio en tres colores que distinguen los niveles de protección y cuidado de esos ecosistemas.

Con el color rojo se identifica a esos bosques que requieren un alto grado de conservación, que no deben desmontarse ni utilizarse para la extracción de madera y que deben mantenerse como bosques para siempre. Con el tono amarillo se califica a las áreas de conservación media, que pueden estar degradadas pero que si se los restaura pueden tener un valor alto de conservación. Estas áreas no pueden desmontarse, pero pueden ser aprovechadas para el turismo, la recolección o la investigación científica. Por último, se usa el color verde para calificar a los espacios de bajo grado de conservación, que pueden ser transformados de manera parcial o total.
"Es el estado de conservación menor, donde se permiten algunas otras actividades, siempre tratando, en sentido amplio, de conservar el bosque", señaló el ministro.

Para llegar al documento final, el gobierno provincial realizó talleres abiertos a la comunidad y se trabajó con el análisis de mapas satelitales que permitieron sumar nuevos espacios a la normativa, como bosques de araucarias y cipreses que antes no habían sido contemplados como parte de las superficies a proteger. Este trabajo permitió incorporar unas 50 mil hectáreas de bosques, lo que implica un crecimiento del 9% en la superficie de bosques nativos gracias a la incorporación de nuevos criterios para calificar estos ecosistemas.

martes, 12 de noviembre de 2019

Preocupación mundial por la Franciscana, un delfín que habita en la costa argentina
infobae.com

Más de 40 especialistas de todo el mundo se reunieron en Argentina con el objetivo de trabajar en pos de la urgente conservación de este cetáceo, considerado el más amenazado de América del Sur

El delfín Franciscana es un mamífero marino que habita exclusivamente en las costas de Argentina, Brasil y Uruguay y al que se lo considera el cetáceo más amenazado de América del Sur (Mundo Marino)


Más de 40 especialistas de todo el mundo se reunieron en Argentina con el objetivo de trabajar en pos de la urgente conservación del delfín franciscana, un mamífero marino que habita exclusivamente en las costas de Argentina, Brasil y Uruguay, y al que se lo considera el cetáceo más amenazado de América del Sur.

Aunque en una primera instancia, las cifras de las actuales poblaciones no es lo que más preocupa (se estima que en la región la población ronda los 25.000 o 30.000 individuos) sí sus proyecciones de sostenibilidad. Entre Argentina, Brasil y Uruguay se calcula que mueren anualmente 3000 delfines de esta especie.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), califica el estado de conservación de las franciscanas como “vulnerable” y estudios recientes estiman que no ha disminuido la mortalidad a escala regional y que algunas de sus poblaciones podrían desaparecer en la próxima década.

La población de esta especie ronda los 25.000 o 30.000 individuos (Hernán Coria)


Para Barbara Taylor, consultora de la UICN para la evaluación de status de la Lista Roja, “el mundo de la conservación está preocupado por la Franciscana” y agregó que “en todo el planeta estamos teniendo problemas con pequeños cetáceos muriendo en las redes de pesca. Es un problema muy difícil de resolver en cualquier lugar, y también un problema difícil aquí con la Franciscana.” Por último, manifestó: “No tenemos derecho a dirigir a las especies a la extinción, esto es un imperativo moral”.

Por su parte, Phil Miller, del Conservation Planning Specialist Group de la UICN manifestó que “debemos ser muy cuidadosos sobre cómo manejamos estas poblaciones, y ser muy proactivos para determinar las mejores prácticas para el futuro de la conservación de la especie”, y agregó: “Tenemos que ser más proactivos y reactivos para no encontrarnos en una situación en que queden 30 animales y no sepamos lo suficiente como para intervenir con éxito”.

Se calcula que mueren anualmente 3000 delfines de esta especie. (Mundo Marino)


Una de las razones por las cuales este mamífero marino se encuentra particularmente expuesto a la amenaza del hombre se debe a que es un cetáceo que habita sólo en aguas de zonas costeras que no superan los 30 o 35 metros de profundidad. Esto lo expone tanto a la amenaza de la pesca incidental, como a la contaminación química y acústica.

Por otra parte, un estudio liderado por el biólogo argentino Pablo Denuncio, del grupo de Investigación sobre Biología, Ecología y Conservación de mamíferos marinos de la Universidad Nacional de Mar del Plata, mostró que el 30% de los animales de esta especie analizados en la región bonaerense había ingerido accidentalmente basura marina.

Según los datos de la Fundación Mundo Marino se detectó un preocupante aumento del número de Franciscanas varadas entre los años 2016 y 2018 (139 animales), en comparación al promedio anual registrado desde 1987 hasta ese momento.

“Es muy importante difundir lo que viene ocurriendo con la Franciscana, porque si bien es un animal emblemático de esta zona, la comunidad la conoce muy poco. De esto también se trató este taller, de fortalecer las líneas de investigación y estrategias de educación ambiental, sobretodo para que todos los grupos especialistas regionales e internacionales puedan empezar a trabajar de forma coordinada a favor de esta especie”, puntualizó Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y jefe del Centro de Rescate y Rehabilitación de la Fundación Mundo Marino.

Lorenzo von Fersen, presidente de la organización Yaqu Pacha, manifestó que “tenemos que evaluar el efecto del baycatch: cuántos animales están terminando en redes de pesca por año. No estamos en contra de la pesca, el tema es que cuando comienza a no ser sustentable para la población de franciscanas, que todo indica que es así, entonces hay que empezar a abrir los ojos y ver qué hacer. Una de las estrategias de mitigación es cambiar el arte de pesca o utilizar alarmas acústicas en las redes.”

Por su parte, Eduardo Secchi, investigador del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Marina de la Universidad Federal do Rio Grande, Brasil, explicó que los primeros registros científicos de pesca incidental de la Franciscana fueron realizados en la década del 40 en Uruguay y que no han dejado de crecer desde entonces, y que todo indica que la población en la región experimenta un creciente declive y va rumbo a la extinción. “La Franciscana es la única representante de la familia Pontoporiidae, por lo tanto si se extingue perderemos todo un linaje evolutivo, lo que significa una pérdida incalculable para la biodiversidad del planeta”, expresó Secchi.


Objetivo e Instituciones participantes

A raíz de la creciente preocupación del estado de vulnerabilidad del delfín Franciscana (Pontoporia blainvillei), entre los días 4 y 6 de noviembre se llevó a cabo el primer Workshop Franciscana 2019 en la localidad de San Clemente del Tuyú.

La actividad organizada por la Fundación Mundo Marino y liderada por la ONG internacional Yaqu Pacha contó con la presencia de expertos de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), del Programa Vaquita CPR del National Marine Mammal Foundation (NMMF), de representantes de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y de la Dirección de Actividades Pesqueras y Acuicultura de la Provincia de Buenos Aires, representantes de ONGs locales y regionales, además de investigadores especialistas en la especie de Argentina, Brasil, Uruguay, Francia, Holanda, México, Alemania y Estados Unidos.

El taller tuvo como objetivo aunar esfuerzos para revisar datos poblacionales sobre el delfín Franciscana, definir información prioritaria faltante, analizar amenazas comunes e intercambiar conocimiento médico-veterinario para la rehabilitación y tratamiento de estos animales en casos de varamientos o captura accidental en redes de pesca.

Participaron: Aiuká; Associação R3 Animal; Aquarium of the Pacific - AZA; Centro Austral de Investigaciones Científicas, Centro Nacional Patagónico del CONICET; Secretaría de Gobierno de Agroindustria de la Nación; Conservation Specialist Planning Group de la IUCN; DINARA; Dirección de Actividades Pesqueras y Acuicultura de Provincia; Dolphin Quest; Fundación Aqua Marina; Fundación Mundo Marino; GEMARS; INIDEP; Instituto de Oceanografía de la Universidade Federal do Rio Grande/FURG; KAOSA; Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable; Mote Marine Laboratory; Museo Argentino de Ciencias Naturales; National Marine Mammal Foundation; Tiergarten Nuremberg; VaquitaCPR; Guardaparques Reserva Natural Bahía Samborombón; OPDS - Reserva Natural Rincón de Ajó; San Francisco State University; Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable; National Marine Fisheries Service - NOAA; Dirección Provincial de Flora y Fauna; Universidad de la República; Universidad Nacional de Mar del Plata; Yaqu Pacha y representantes de la comunidad local.


lunes, 11 de noviembre de 2019

Plantación masiva de árboles: ¿es la solución al cambio climático?
infobae.com

Los bosques maduros ayudan a mitigar la crisis climática al absorber el dióxido de carbono de la atmósfera a través de la fotosíntesis. Pero existen advertencias sobre las plantaciones en gran escala

Los bosques proporcionan oxígeno, previenen la erosión de la tierra, reducen la temperatura, protegen el suelo, ayudan a conservar el agua y ralentizan la escorrentía de agua evitando inundaciones


Los bosques templados junto a otros ecosistemas como los océanos son uno de los principales sumideros de carbono. Se los considera depósitos naturales de dióxido de carbono, uno de los gases efecto invernadero, porque lo capturan de la atmósfera y lo almacenan, reduciendo así su concentración en el aire.

Las especies arbóreas de crecimiento rápido como el álamo, el sauce o el abedul, por lo general absorben poco carbono, mientras que las de maderas duras que tienen crecimiento más lento almacenan más carbono durante más tiempo. En la etapa de madurez de los árboles el carbono representa en promedio el 20% del peso de cada ejemplar.

Según estudios realizados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los bosques del planeta y la materia orgánica de sus suelos absorben cada año aproximadamente 2000 millones de toneladas de dióxido de carbono.

Amy Austin, ecóloga e investigadora de Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), observó en sus investigaciones sobre plantaciones de pino exótico en la región patagónica, que ya tienen cuarenta años de antigüedad, que su capacidad de almacenaje de carbono es menor a la de los árboles de los bosques nativos.

Además de ser esenciales para el ciclo de carbono, los aliados del cambio climático tienen otras funciones indispensables para sostener la vida en el planeta. Proporcionan oxígeno, previenen la erosión de la tierra, reducen la temperatura, protegen el suelo, ayudan a conservar el agua y ralentizan la escorrentía de agua evitando inundaciones. Son el hábitat de millones de especies, entre ellas aves, insectos y mamíferos, y contribuyen a la seguridad alimentaria proporcionando alimentos como frutos secos, frutas y hojas tanto para el consumo humano como animal.

Para limitar el aumento de temperatura a 1,5 °C para 2050, se necesitarían un millón de hectáreas adicionales de árboles.


El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), considera que para limitar el aumento de temperatura a 1,5 °C para 2050, se necesitarían un millón de hectáreas adicionales de árboles. Pero hay que prestar especial atención a una correcta gestión para incrementarlos, ya sea con la repoblación forestal, plantar nuevos árboles, o con la reforestación, volver a plantar en zonas deforestadas. Es primordial proteger los bosques del planeta evitando la destrucción o degradación de la materia boscosa, la tala indiscriminada de especies y los incendios.

Un estudio elaborado por un equipo internacional de cincuenta científicos de varios países que fue publicado recientemente en la revista científica “Science”, pide “máxima prudencia” a la hora de sopesar la plantación masiva de árboles como solución al cambio climático. 

“Una plantación masiva de árboles en pastizales y sabanas, aparte de los problemas para la biodiversidad, generaría paisajes muy homogéneos e inflamables que tarde o temprano acabarían siendo pasto de grandes incendios”, indica uno de los autores del estudio, Juli Pausas, doctor en biología por la Universidad de Barcelona, e investigador del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), en Valencia, España.

Además de plantar árboles se requiere acelerar la eliminación de los combustibles fósiles de la economía mundial


Para Vicky Temperton, ecóloga de la Universidad de Leuphana, en Alemania, también coautora de la investigación, “La restauración ecológica podría contribuir en gran manera a la solución de problemas ambientales, siempre y cuando se restauren no sólo bosques, sino también otros ecosistemas tales como pastizales, sabanas, matorrales y turberas”.

La idea de plantar árboles en forma masiva no nos puede distraer de lo que es verdaderamente importante. Acelerar la eliminación de los combustibles fósiles de la economía mundial.