martes, 14 de noviembre de 2017

Las flores tienen su arte para seducir insectos

elcolombiano.com

Las abejas tienen un sistema visual más afinado hacia el espectro azul. FOTO juan antonio sánchez
Las abejas tienen un sistema visual más afinado hacia el espectro azul. FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ


La pregunta parece simple. Y es vieja: ¿cómo logran los polinizadores llegar a la flor indicada?

Científicos publicaron en Nature la que parece ser la razón de esa efectividad en numerosas especies de insectos.

Varias flores comunes poseen unas estructuras a nanoescala en los pétalos que revelan un color diferente de acuerdo con el ángulo en el que se miren. Un caso de iridiscencia.

Esas nanoestructuras dispersan las partículas de luz en el espectro que va del azul al ultravioleta, un efecto extraño que los científicos llaman el halo azul.

Pocas flores en verdad son azules, pero los polinizadores detectan el halo y así localizan las flores de manera más eficiente, lo que fue probado en un estudio con abejorros.

En este, los investigadores fabricaron flores artificiales que replicaban los halos azules. Así detectaron que los abejorros ven el halo y lo usan como una señal para llegar a las flores.

Características


Los resaltos y ranuras de esa estructura en el pétalo se alinean y están pegadas; cuando se analizaron diferentes tipos de flores se encontró que esas estrías varían en altura, ancho y extensión, pero todas producen el efecto halo azul.

En un solo pétalo, por ejemplo, esas estructuras manipuladoras de la luz son muy irregulares, un desorden que llaman los físicos.

Para ellos, entonces, significa que las nanoestructuras en los pétalos evolucionaron varias veces de modo independiente a través de las especies de plantas, pero obtuvieron el mismo efecto luminoso que aumenta la visibilidad para los polinizadores, un ejemplo de evolución convergente (cuando dos estructuras similares evolucionan de modo independiente).

“Siempre creímos que el desorden en la superficie de los pétalos era solo un accidente, que las flores simplemente no podían hacerlo mejor”, dijo Beverley Glover, científico de plantas en el Jardín Botánico de Cambridge. “Fue una sorpresa encontrar que el desorden en sí mismo es lo que genera la importante señal óptica que permite a las abejas hallar con mayor facilidad las flores”.

Ese caos ha sido desarrollado por la evolución contribuyendo a la comunicación de las flores con los insectos. No se trata de ningún trabajo mal hecho por la naturaleza.

Linaje

Las plantas que florecen pertenecen a las angiospermas. Los científicos analizaron algunas de las primeras plantas que divergieron de este grupo y no encontraron estructuras productoras del halo. Pero hallaron varios ejemplos de pétalos con halos entre los dos mayores grupos, monocotiledóneas (de una sola hoja primordial) y las eudicotiledóneas (de polen de tres o más poros) que emergieron en el Cretácico hace unos 100 millones de años, coincidiendo con la evolución temprana de los insectos visitadores de flores, en particular las abejas chupadoras de néctar.

“La gran variedad de anatomía de los pétalos combinada con las nanoestructuras desordenadas sugerirían que distintas flores tendrían diferentes propiedades ópticas”, dijo Silvia Vignolini, del Departamento de Química de Cambridge, que lideró el estudio.

Todas las estructuras, sin embargo, producen un efecto visual similar en la longitud de onda del azul al ultravioleta del espectro: el halo azul.

Un sorprendente y efectivo modo de comunicación.