lunes, 9 de diciembre de 2013

La vida pudo nacer en las profundidades de la Tierra, no en la superficie
Publicado: actualidad.rt.com
Las primeras formas de vida en el planeta podrían haberse originado a grandes profundidades y no en la superficie de la Tierra como se creía hasta ahora, apunta una investigación sobre la biosfera profunda.
Según recientes estudios, es probable que microbios capaces de vivir y reproducirse a unos cinco kilómetros de profundidad terrestre hayan sobrevivido en completo aislamiento de la biosfera de la superficie durante millones, tal vez incluso miles de millones de años, señala el diario británico 'The Independent'. 

El rotativo afirma que un reciente estudio sobre la biosfera profunda revela que en el subsuelo existe una comunidad de organismos similares genéticamente pero que viven en lados opuestos del mundo.  

El parecido global de una forma tan aislada de vida sugiere que pueden haber evolucionado directamente de un ancestro común que vivió en el período en el que la vida en la Tierra se originó, hace unos 3.500 millones de años. 

Los científicos creen que la vida podría haber nacido en pequeñas grietas de rocas subterráneas y que no fue precisamente la energía de la luz del Sol lo que la creó, sino el combustible químico en forma de hidrógeno y metano que se produce en ciertos tipos de roca a altas temperaturas y presiones. 

El hallazgo de una comunidad global de microbios estrechamente relacionada en la biosfera profunda respalda la idea de que la vida no se originó en el denominado caldo primordial de la superficie de lagos y mares, sino en diminutas fisuras llenas de agua ubicadas en rocas subterráneas, afirmó el investigador Matt Schrenk de la Universidad Estatal de Michigan, en EE.UU. 

"Es fácil entender cómo aves o peces pueden ser similares cuando les separa una gran distancia, pero supone todo un desafío para la imaginación pensar que existen microbios casi idénticos separados por más de 16.000 kilómetros en grietas de rocas a profundidades, presiones y temperaturas extremas", agregó Schrenk.

América latina realiza una fuerte apuesta por la inversión en las energías limpias

La región tiene el 6% de la inversión global en energía renovable. Brasil, Nicaragua y Chile encabezan el ranking de inversiones

Por CARLOS BOYADJIÁN

ESPECIAL PARA CLARIN

Definitivamente, América Latina y el Caribe se han subido a la ola de inversiones en energías renovables (eólica, solar, geotérmica, biocombustibles, pequeñas hidroeléctricas, biomasa y residuos) y en los últimos años se convirtió en el polo más dinámico a nivel mundial de inversiones en este terreno. Entre 2006 y 2012 las inversiones en energías limpias totalizaron US$106.000 millones, siendo Brasil un verdadero imán con un 78% del total.
En ese lapso las inversiones en energías renovables crecieron 296% en la región, alcanzando el año pasado los US$16.800 millones, algo así como dos veces el superávit comercial que tendrá este año la Argentina. Esto representa un 6% de toda la inversión en energías limpias que se hace en el mundo, estimada en US$269.000 millones durante 2012. Más de la mitad de la inversión regional se destinó a la energía solar.
Es que América Latina ofrece grandes oportunidades en este campo, gracias a su dotación de recursos renovables, el sostenido crecimiento económico de los últimos años –más de 4% anual promedio en la última década– y la preocupación de varios países por su seguridad y autoabastecimiento energético. Además, los altos precios de la energía a nivel regional y la disminución de los costos de equipamiento para energías limpias (en especial eólica y solar) traccionan las inversiones en este sector. Así, el último año veinte países de América Latina y el Caribe lograron captar capital nuevo para este tipo de proyectos.
Pero pese al crecimiento de las inversiones en energías limpias, su participación en la matriz energética regional es aún limitada. Sólo el 9% de la capacidad eléctrica instalada en América Latina y Caribe proviene de fuentes renovables. Algunos casos notables son Costa Rica y Nicaragua, donde la participación en la generación eléctrica llega a 44% y 36% respectivamente. En la Argentina apenas el 2% proviene de energías renovables.
Los datos surgen del informe “Climatescope 2013: Nuevas Fronteras para las Inversiones en el Sector de Bajas Emisiones de Carbono en América Latina y Caribe”, elaborado por el Fondo Multilateral de Inversiones del BID y Bloomberg New Energy Finance presentado recientemente.
En base a parámetros como las políticas energéticas, la oferta crediticia para energías limpias, la disponibilidad de fabricación y cadenas de suministros locales, y proyectos de compensación de emisiones de carbono, el estudio conforma un ranking regional de 26 países, liderado por Brasil, seguido por Chile y Nicaragua. Argentina ocupa el 7° lugar, subiendo cuatro puestos respecto del año anterior. La nómina la cierran Barbados y Surinam.
El informe Climate Scope 2013 destaca las oportunidades que ofrece América Latina para las energías limpias; no obstante, asegura que “muchos inversores de energía perciben a las economías regionales como complejas y difíciles de entender”. Pero enfatiza la mayor cantidad de políticas públicas relacionadas con energías limpias (110 en 2012 frente a 80 de 2011).
Entre los factores que movilizan las inversiones en energías renovables en la región, un aspecto clave es el crecimiento que tuvieron en varios países las cadenas de valor, en especial de biomasa, pequeñas centrales hidroeléctricas y biocombustibles, que tienen cadenas completas en al menos un país. En este ámbito, Brasil, la Argentina, Chile y México son líderes.
Desde 2007, en el país se hicieron esfuerzos por desarrollar las energías renovables, en especial a partir del programa GENREN de la Secretaría de Energía. La meta es llegar en 10 años a un 8% de generación eléctrica “renovable”, a partir licitaciones que fijan incentivos económicos para energía solar, eólica, geotérmica, etcétera.
Hilda Dubrowsky, investigadora de la Fundación Bariloche, asegura que en el país “existe un enorme potencial de recursos renovables” pero también “barreras importantes para el avance en esas inversiones”. Entre ellas menciona la falta de sinceramiento de los costos de generación de electricidad, los enormes subsidios que “enmascaran una situación que se va tornando inviable en el mediano plazo” y, en los últimos años, “muchos cambios regulatorios, incumplimientos de obligaciones y giros de timón importantes que afectan el clima de inversiones”.
Por su parte, Antonio Brailovsky, economista especializado en temas ambientales, destaca que “el desarrollo de las energías renovables en el país depende de políticas públicas y de financiamiento” porque la tecnología para generar energía limpia, está. En ese sentido, recuerda los proyectos de energía solar o eólica en ejecución y recomienda “tener otro tipo de generación en la matriz energética”. Y concluye: “No se entiende por qué no tenemos la Patagonia llena de molinos de viento e importamos tanto petróleo y gas”.