miércoles, 11 de octubre de 2017

MEXICO

Crean biofertilizante a partir de algas de ecosistemas costeros 
20minutos.com.mx

El investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, Martín Soto Jimémez, trabaja en un proyecto para aprovechar el exceso de algas que afecta a los ecosistemas costeros para crear un fertilizante orgánico de uso rural.

La propuesta del científico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es cosechar los florecimientos macroalgales, aprovechar su capacidad de concentrar elementos disueltos como nitrógeno, fósforo, hierro, cobalto, zinc o níquel en el líquido y aplicarlos en la producción de frutos agrícolas para lograr un rápido crecimiento.

El ingeniero en alimentos explicó que al crear un biofertilizaante a partir de los florecimientos algales es posible brindar a las plantas una cantidad óptima de nutrientes y al mismo tiempo, compuestos orgánicos activos como las fitohormonas, las cuales aceleran y regulan el crecimiento de la siembra.

“Además, esto se traduce en algo positivo para el entorno costero, porque al retirar el exceso de biomasa permitimos que el sistema respire y destine el oxígeno a otras actividades, en vez de gastarlo en la degradación de materia orgánica”.

Además de los impactos ecológicos, los beneficios del proyecto también son económicos, pues con este biofertilizante los campesinos podrán desechar los abonos químicos y sembrar alimentos orgánicos, los cuales tienen un precio de mercado mucho más elevado.

“Un plus es que la aplicación continua y prolongada de estas sustancias devolverán sus riquezas a la tierra, porque le estamos proporcionando materia orgánica y micronutrientes indispensables. Así, la ganancia es ambiental y monetaria. Ésa es nuestra apuesta”, indicó para UNAM Global.

Hasta el momento, el universitario ha logrado producir algunos litros de concentrado de biofertilizante a partir de este método, sin embargo, para que su propuesta funcione requiere generar cientos a la semana y para lograrlo se inscribió a la convocatoria de Problemas Nacionales del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

“El objetivo es obtener recursos para instalar una planta piloto. El plan es aprovechar esta infraestructura en las mismas comunidades costeras, es decir, no centralizarla en una gran compañía, sino erigir pequeñas unidades de producción en pueblos de Sonora y Sinaloa que dependan tanto de la siembra como de la pesca. Ése es el reto”.

En contraste con otros productos orgánicos, el investigador detalló que las algas son un fertilizante neto que no contiene bacterias ni acarrea malezas y su precio es más bajo.

Explicó que la instalación de pequeñas plantas en comunidades costeras representaría una manera de atacar los florecimientos macroalgales, los cuales, representan pérdidas para los pescadores porque provocan la muerte entre los cardúmenes, y para el turismo ya que esas costras de biomasa muerta restan atractivo al mar y generan malos olores.

“De alguna manera el impacto también es social porque de ponerse en marcha nuestra propuesta crearía fuentes de empleo y mejoraría los ecosistemas costeros”, indicó. Señaló que el siguiente paso es aplicar el biofertilizante en campos de cultivo y demostrar que es viable y positivo para los agricultores y los consumidores, quienes tendrán acceso a frutos libres de fertilizantes sintéticos.