martes, 20 de octubre de 2015

Aprueban el primer transgénico para consumo humano directo
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Es un desarrollo argentino: una papa que resiste a virus. También hubo luz verde para la primera soja local


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El Gobierno celebró como un gran logro la aprobación de los primeros cultivos genéticamente modificados (OGM) desarrollados por científicos argentinos, confirmada ayer en el Boletín Oficial. Sin duda lo es. Pero hay más que festejos detrás de esa medida. Con la autorización de una papa resistente a virus, la Argentina decidió dar un paso más allá: por primera vez ofrecerá a su población el consumo directo de alimentos transgénicos.
Tras análisis que tomaron varios años, el Ministerio de Agricultura publicó las resoluciones que habilitan la siembra y venta de los dos primeros transgénicos “made in Argentina”. Estos desarrollos venían teniendo gran promoción presidencial –incluso por cadena nacional– por razones obvias: antes de irse Cristina Kirchner quería mostrar con ellos el éxito de su política de ciencia y tecnología.
Los OGM aprobados son una soja con tolerancia a la sequía, la HB4, cuya patente pertenece a Indear, una sociedad entre el Conicet y Bioceres. El segundo es una papa resistente al virus PVY, que fue desarrollada entre el mismo Conicet y Tecnoplant. Así la Argentina entró al club de países que desarrollaron biotecnología agrícola. Lo integran Brasil (1 evento), Cuba (1), Indonesia (1), China (5) y Estados Unidos (más de 40).
Casi a punto de que se cumplan 20 años de la introducción del primer transgénico en el país, la soja RR de Monsanto, la administración K tomó una decisión difícil y potente: aprobar una papa transgénica. Es que hasta ahora la Argentina autorizó 32 transgénicos, pero solo en soja, maíz y algodón. Ninguno de estos cultivos es para consumo humano directo y por lo tanto no ha habido grandes resistencias entre la población al avance de estas tecnologías. Con la papa todo parece más difícil. Por eso fuentes de Tecnoplant aclararon ayer a Clarín que no se precipitarán y recién comenzarían a vender las semillas dentro de al menos dos años.
De los 28 países que cultivaron transgénicos en 2014, solo un puñado se atrevió a desafiar el humor de sus habitantes con OGM consumidos sin procesamiento previo. Bangladesh tiene una berenjena; China, papaya y tomate; Estados Unidos, una calabaza. En el caso de la papa, además, hay un antecedente clave: Estados Unidos y Canadá sembraron una variedad Bt en 1999, que luego desapareció porque compañías como McCain y McDonald’s se negaron a darle ese transgénico a sus clientes.
Con la flamante soja tolerante a la sequía –la primera con esa característica a nivel global–, el camino parece más llano. Para no poner en riesgo las exportaciones sojeras argentinas, Agricultura solo puso como condición que Bioceres se abstenga de comercializar el cultivo hasta tanto no logre que China lo acepte. Esa misma condición ya había sido impuesta a multinacionales como Dow.