miércoles, 20 de mayo de 2020

El hielo de los glaciares ya registra señales del coronavirus
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El planeta tiene sus propios mecanismos para grabar la historia: desde los troncos de los árboles a los estratos del suelo, hay muchos lugares donde se pueden hallar pistas del pasado, reciente y remoto, de la Tierra. Un claro ejemplo son los glaciares: estas inmesas moles de hielo guardan desde vida prehistórica a cambios en el agua de los océanos. Y, ahora mismo, es muy probable que estén grabando pistas sobre el impacto del Covid-19 que revelará importante información a generaciones futuras.

«Estos registros serán encerrados en el hielo y preservados así», explica Lonnie Thompson, profesora de ciencias de la tierra en la Universidad Estatal de Ohio y científica sénior en el Centro de Investigación Polar y Climática Byrd del estado de Ohio. «Y eso significa que dentro de 100 o 200 años, ese hielo mostrará todo lo que está en la atmósfera ahora, e informará a las generaciones futuras sobre lo que está sucediendo ahora».

Ya hay indicios de que la pandemia actual de Covid-19 está afectando la atmósfera de la Tierra: a medida que la gente se quedaba en casa, los niveles de dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre cayeron sobre China y en gran parte de los Estados Unidos. Igual ocurrió en Europa. Esa disminución en los niveles de dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre será evidente en los niveles de nitrato y sulfato en los núcleos de hielo que se recuperen por parte de futuros glaciólogos.

Núcleos de hielo, líneas de tiempo
Durante décadas, Thomson ha llevado a equipos de científicos a algunas de las áreas más remotas del mundo para perforar largas columnas de hielo glaciar, llamadas núcleos. La nieve y el hielo se forman cada año en los glaciares de todo el mundo. En las partes más frías del planeta, la nieve y el hielo no se derriten: todo se acumula año tras año, dejando un registro anual durante milenios.

Y este agua congelada no solo atrapa microbios, bacterias, virus, plantas e incluso animales; también preserva todo lo que hay en la atmósfera en el momento en que se forma. Eso significa que los núcleos actúan como una especie de línea de tiempo.

De la Peste Negra a la Revolución Industrial
Los núcleos de hielo muestran cambios ambientales, tanto naturales como inducidos por humanos. Muestran el inicio de la Revolución Industrial a fines de la década de 1700, y señalan el momento en que los humanos comenzaron a agregar químicos, como sulfato y nitrato, a la atmósfera y agregar plomo a la gasolina. Los núcleos de hielo también documentan la aprobación de la Ley de Aire Limpio en 1970, después de lo cual las concentraciones de sulfato atmosférico han disminuido.

Los núcleos también mostraron evidencias de la Peste Negra, una pandemia a mediados de 1300 que sigue siendo la más mortal en la historia humana registrada. En algunos glaciares, el hielo que se formó durante los años de la Peste contiene menos plomo que el hielo que se formó durante los años anteriores, probablemente porque las actividades de minería y fundición disminuyeron bruscamente durante ese tiempo, al igual que hoy, algunas actividades industriales se han detenido. También muestras desastres naturales que afectaron a los seres humanos, como una gran sequía que duró alrededor de 1345 a 1390. Como resultado, los lagos y otras aguas continentales se secaron y la composición química de la atmósfera cambió: menos humedad y más polvo.

«La sequía redujo el grosor de los anillos de los árboles, pero también aparece en los núcleos de hielo en China y en la capa de hielo de Quelccaya en los Andes del Perú a medida que disminuye el grosor de las capas de hielo anuales», dijo Thompson. «Y vemos niveles más altos de polvo mineral y cloruro y fluoruro, que se originan de la evaporación a medida que los lagos se secan».

Aún más interesante, los núcleos de hielo reunidos de diferentes lugares del mundo muestran cambios similares al mismo tiempo. Por ejemplo, el hielo del Huascarán en Perú y el hielo de la meseta tibetana en las montañas del Himalaya, así como el hielo del Kilimanjaro en África, muestran todos evidencia de una sequía hace alrededor de 4.200 años, la misma firma de cambios en el polvo, los productos químicos y niveles de isótopos, a medio mundo de distancia.

La historia en los núcleos, y de la humanidad cambiando el medio ambiente, ajustándose a esos cambios y lidiando con dificultades, o causando problemas y tratando de solucionarlos «puede recordarnos que hemos tratado problemas como la pandemia Covid-19 antes», afirma Thompson. «Sospecho que hay algunas lecciones aquí que serían útiles hoy».