miércoles, 10 de junio de 2015

La Antártida, el climatizador del planeta
ADOLFO MARRQUINhoy.es

  • Pingüinos sobre la Antártida.

  • Cuando se habla de frío o de hielo, lo más común es pensar en el frío polar, pero pensando sobre todo en el del Norte, al menos en este hemisferio; en condiciones extremas de frío, suele decirse… “esto parece el Polo Norte”. Sin embargo donde nos encontramos con más frío y más hielo, con enorme diferencia, no es en el Norte, sino en el Sur.
    En cuanto a las temperaturas, la Antártida se mantiene permanentemente tan fría que nunca deberían fundirse la nieve y el hielo acumulados sobre ese continente, puesto que su temperatura media anual es del orden de -50 ºC (50 grados centígrados bajo cero), habiéndose registrado una temperatura mínima absoluta próxima a los -90 ºC (90 grados bajo cero), en la Base Antártica Rusa de Vostok, situada cerca del Polo Sur geomagnético.
    La Antártida contiene aproximadamente el 90 por ciento del hielo del planeta, lo que significa que casi tres cuartas partes del agua dulce de la Tierra están almacenadas allí. Por el contrario, comparado con la Antártida, al acercarnos al Polo Norte la temperatura media en invierno en el Ártico, apenas alcanza los -35 ºC (35 grados centígrados bajo cero), y además se vuelve mucho más cálido en el verano, llegando incluso a fundirse grandes masas de su hielo, y desgraciadamente “cada vez más” en el marco del actual calentamiento global.
  • Podríamos preguntarnos si esto ha sido siempre así, a lo largo de los millones de años de vida de nuestro planeta, y la respuesta es que “no al principio, y después sí, pero…”. Si nos fijamos sólo en los últimos millones de años, los más recientes, en líneas generales podríamos decir que sí, pero con notables cambios en el transcurso del tiempo.
    A través de una serie de investigaciones, un equipo internacional de científicos ha descubierto que lo más probable es que la capa de hielo antártica, naturalmente inexistente en el magma del que surgió en nacimiento del planeta, se formase muy posteriormente, debido a un descenso en los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. Los resultados del estudio, que han sido publicados en la revista Science, revelan cómo este gas de efecto invernadero (GEI) participó en los fenómenos climatológicos más importantes de nuestro planeta, y ha contribuido a conformar la realidad climática pasada, presente y “sin duda” la futura.
    Los científicos examinaron moléculas procedentes de algas antiguas encontradas en testigos extraídos de las profundidades marinas, encontrando la existencia de un umbralpara los niveles bajos de CO2, por debajo del cual el enfriamiento fue tal que se habría formado entonces la capa de hielo en el Polo Sur. Hace unos 34 millones de años, la concentración de CO2 se redujo del orden de un 40 %, dando lugar a unarelativamente rápida formación de una capa de hielo de cerca de 2 km de espesorsobre la Antártida.
    En términos geológicos, el clima de la Tierra, como consecuencia de las fluctuaciones en los niveles de CO2pasó de templado y sin hielo, a frío y con una importante capa de hielo. En nuestro planeta, al final de la época del Eoceno, habitaban mamíferos, anfibios y reptiles, que compartían ambos polos, el Norte y el Sur, reinando por doquier un clima subtropical.
    Posteriormente, durante un periodo de unos cien mil años, las temperaturas continuaron descendiendo significativamente, lo que produjo la desaparición de varias especies animales, la reducción de los niveles del mar y el reforzamiento del citado recubrimiento de hielo en la Antártida. Desde entonces, las capas de hielo marino y polar han influido en el clima, dando lugar a la circulación general atmosférica planetaria de masas de aire, y repercutiendo, no sólo en las temperaturas, sino también en las precipitaciones, los vientos y las demás variables.
    La llegada de aquel hielo antártico fue el origen de todos los posteriores cambios del clima; antes el clima era demasiado cálido como para que se formara y mantuviera una capa de hielo, pero después y desde entonces, las temperaturas se han movido en una banda de valores compatible con el mantenimiento de la creada estructura de hielos polares.
  • Podríamos preguntarnos si esto ha sido siempre así, a lo largo de los millones de años de vida de nuestro planeta, y la respuesta es que “no al principio, y después sí, pero…”. Si nos fijamos sólo en los últimos millones de años, los más recientes, en líneas generales podríamos decir que sí, pero con notables cambios en el transcurso del tiempo.
    A través de una serie de investigaciones, un equipo internacional de científicos ha descubierto que lo más probable es que la capa de hielo antártica, naturalmente inexistente en el magma del que surgió en nacimiento del planeta, se formase muy posteriormente, debido a un descenso en los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. Los resultados del estudio, que han sido publicados en la revista Science, revelan cómo este gas de efecto invernadero (GEI) participó en los fenómenos climatológicos más importantes de nuestro planeta, y ha contribuido a conformar la realidad climática pasada, presente y “sin duda” la futura.
    Los científicos examinaron moléculas procedentes de algas antiguas encontradas en testigos extraídos de las profundidades marinas, encontrando la existencia de un umbralpara los niveles bajos de CO2, por debajo del cual el enfriamiento fue tal que se habría formado entonces la capa de hielo en el Polo Sur. Hace unos 34 millones de años, la concentración de CO2 se redujo del orden de un 40 %, dando lugar a unarelativamente rápida formación de una capa de hielo de cerca de 2 km de espesorsobre la Antártida.
    En términos geológicos, el clima de la Tierra, como consecuencia de las fluctuaciones en los niveles de CO2pasó de templado y sin hielo, a frío y con una importante capa de hielo. En nuestro planeta, al final de la época del Eoceno, habitaban mamíferos, anfibios y reptiles, que compartían ambos polos, el Norte y el Sur, reinando por doquier un clima subtropical.
    Posteriormente, durante un periodo de unos cien mil años, las temperaturas continuaron descendiendo significativamente, lo que produjo la desaparición de varias especies animales, la reducción de los niveles del mar y el reforzamiento del citado recubrimiento de hielo en la Antártida. Desde entonces, las capas de hielo marino y polar han influido en el clima, dando lugar a la circulación general atmosférica planetaria de masas de aire, y repercutiendo, no sólo en las temperaturas, sino también en las precipitaciones, los vientos y las demás variables.
    La llegada de aquel hielo antártico fue el origen de todos los posteriores cambios del clima; antes el clima era demasiado cálido como para que se formara y mantuviera una capa de hielo, pero después y desde entonces, las temperaturas se han movido en una banda de valores compatible con el mantenimiento de la creada estructura de hielos polares.
  • Podríamos preguntarnos si esto ha sido siempre así, a lo largo de los millones de años de vida de nuestro planeta, y la respuesta es que “no al principio, y después sí, pero…”. Si nos fijamos sólo en los últimos millones de años, los más recientes, en líneas generales podríamos decir que sí, pero con notables cambios en el transcurso del tiempo.
    A través de una serie de investigaciones, un equipo internacional de científicos ha descubierto que lo más probable es que la capa de hielo antártica, naturalmente inexistente en el magma del que surgió en nacimiento del planeta, se formase muy posteriormente, debido a un descenso en los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. Los resultados del estudio, que han sido publicados en la revista Science, revelan cómo este gas de efecto invernadero (GEI) participó en los fenómenos climatológicos más importantes de nuestro planeta, y ha contribuido a conformar la realidad climática pasada, presente y “sin duda” la futura.
    Los científicos examinaron moléculas procedentes de algas antiguas encontradas en testigos extraídos de las profundidades marinas, encontrando la existencia de un umbralpara los niveles bajos de CO2, por debajo del cual el enfriamiento fue tal que se habría formado entonces la capa de hielo en el Polo Sur. Hace unos 34 millones de años, la concentración de CO2 se redujo del orden de un 40 %, dando lugar a unarelativamente rápida formación de una capa de hielo de cerca de 2 km de espesorsobre la Antártida.
    En términos geológicos, el clima de la Tierra, como consecuencia de las fluctuaciones en los niveles de CO2pasó de templado y sin hielo, a frío y con una importante capa de hielo. En nuestro planeta, al final de la época del Eoceno, habitaban mamíferos, anfibios y reptiles, que compartían ambos polos, el Norte y el Sur, reinando por doquier un clima subtropical.
    Posteriormente, durante un periodo de unos cien mil años, las temperaturas continuaron descendiendo significativamente, lo que produjo la desaparición de varias especies animales, la reducción de los niveles del mar y el reforzamiento del citado recubrimiento de hielo en la Antártida. Desde entonces, las capas de hielo marino y polar han influido en el clima, dando lugar a la circulación general atmosférica planetaria de masas de aire, y repercutiendo, no sólo en las temperaturas, sino también en las precipitaciones, los vientos y las demás variables.
    La llegada de aquel hielo antártico fue el origen de todos los posteriores cambios del clima; antes el clima era demasiado cálido como para que se formara y mantuviera una capa de hielo, pero después y desde entonces, las temperaturas se han movido en una banda de valores compatible con el mantenimiento de la creada estructura de hielos polares.
  • Sin embargo el nivel actual de dióxido de carbono, se ha situado peligrosamente en torno a las 400 partes por millón (ppm), un valor que, de momento, permite mantener la capa de hielo antártica. Pero lamentablemente los niveles de CO2 y las temperaturas van en aumento desde hace más de un siglo y los pronósticos sitúan la concentración de gases (GEI) entre 550 y 1 000 ppm para final del siglo en curso.
    Es razonable pensar que si continuamos al ritmo actual de calentamiento global, al final alcanzaremos el punto de inflexión, a partir del cual comenzaría un proceso de retorno al pasado. Este proceso de retroceso llevaría al planeta hacia los climas subtropicales previos, pero el recorrido de ese camino será muy duradero, puesto que entrará en juego el actual hielo antártico, actuando como auténtico climatizador planetario, de forma que, después de cruzar el umbral de fusión sin retorno, se tardarían todavía muchos miles de años hasta que desapareciera la capa de hielo que hoy cubre la Antártida.
    Parece por tanto que el planeta Tierra no está en peligro a lo largo de los próximos milenios, pero… ¿Podemos decir lo mismo de los inquilinos ocupantes del planeta?Ahí es donde aparecen voces discordantes, puesto que el peligro para los ocupantes va a depender de cómo se gestionen los cambios que se van a producir durante el camino, con un importante matiz…
    Lo malo para nosotros es que ese matiz es que esa gestión no dependerá ya de nosotros los inquilinos humanos del planeta, sino del conjunto de los cinco Subsistemas que componen el denominado Sistema Climático, es decir fundamentalmente de las interrelaciones entre atmósfera, litosfera (parte sólida del planeta) e hidrosfera(conjunto de mares y océanos), puesto que los otros dos subsistemas biosfera (conjunto de todos los seres vivos, animales y plantas) y criosfera (el hielo antártico), participarán en el proceso como pacientes sufridores y como paciente climatizador, respectivamente.
    Por nuestro propio bien, que no por el del planeta Tierra que saldrá indemne, esperemos que el Sistema (Climático, naturalmente) sea mejor gestor del cambio de lo que hemos sido nosotros.