martes, 21 de noviembre de 2017

El chocolate que se come a África
elpais.com

La ONG Mighty Earth denuncia la explotación ilegal y sistemática de zonas protegidas en Ghana y Costa de Marfil por parte de la potente industria del cacao

Varios árboles destrozados en un bosque tropical de Costa de Marfil.


Los bosques, la densa selva tropical de Costa de Marfil y sus inquilinos animales están desapareciendo a gran velocidad y, según la ONG Mighty Earth, el principal motivo es que se los están comiendo los campos de cultivo de cacao. La organización estadounidense, que ha realizado una investigación sobre la deforestación en el principal productor de cacao del mundo, Costa de Marfil, y en su vecina Ghana, denuncia no solo las graves consecuencias medioambientales en las franjas autorizadas, sino también el cultivo ilegal en zonas protegidas, del que participan las grandes multinacionales del sector.

“La mayoría de los parques nacionales y áreas protegidas de Costa de Marfil han sido totalmente o casi totalmente taladas y reemplazadas por cultivos de cacao”, denuncia el informe El oscuro secreto del chocolate, publicado este miércoles por la ONG, que señala a la industria del chocolate como el principal motor detrás de la deforestación.

“Durante años, las principales compañías chocolateras del mundo han estado comprando cacao de zonas protegidas”, según la investigación, que acusa como responsables a los gigantes del sector: Olam, Cargill y Barry Callebaut. Estas tres multinacionales de la agroindustriacontrolan casi la mitad del mercado global del cacao, que es un negocio multimillonario y que sigue creciendo. Mighty Earth asegura haber encontrado comerciantes de las tres compañías comprando en cultivos ilegales de zonas protegidas. Estos tres sellos venden después a las empresas que lo comercializan, como Mars, Ferrero, Mondelez o Hershey.

Una familia de campesinos recoge los frutos de cacao en uno de los miles de campos de la región marfileña de Dahiri, en diciembre de 2010.
El paisaje del sur y el oeste de Costa de Marfil está dominado por los pequeños árboles cacaoteros y, en época de colecta, por sus frutos amarillos. La economía del país depende del cacao – cuyos cultivos representan un 40% del total mundial-. La cadena de producción empieza en esos campos, cultivados por casi un millón de pequeños agricultores, pero el sector del cacao afecta a un cuarto de la población, ya que unos 6 millones de marfileños dependen directa o indirectamente de este producto para sobrevivir.

Mapa animado del curso de la deforestación (en rojo) en Costa de Marfil de 2001 a 2014.
El 70% del cacao mundial se produce en África, en un cinturón que arranca en Sierra Leona y llega hasta Camerún, pero el grueso se concentra en Costa de Marfil, donde ya solo queda un 4% de su territorio cubierto por selva tropical. Desde los sesenta su selva se ha reducido en un 80% y, desaparecerá totalmente, junto a sus especies animales, si no se toman medidas. En 13 de las 23 zonas protegidas del país, ha desaparecido por completo la población de primates, y los elefantes, que son el emblema de la nación, están en peligro de extinción tras ver su población reducida entre 200 y 400.

En 2015, el agridulce negocio del cacao movió unos 85.000 millones de euros, y la demanda crece entre un 2% y un 5% anual. Casi 3 millones de toneladas de chocolate y productos procedentes del cacao se consumen en el mundo cada año. La demanda aumenta, la deforestación también.

El sector del cacao marfileño se convirtió en un oscuro negocio rodeado de corrupción desde la privatización en 1999. Durante la guerra civil se acusó a los dos frentes de financiarse con los beneficios del cacao. Desde 2012, con la paz, el Gobierno ha intentado organizar y sanear el sector.

La Organización Internacional del Cacao—que agrupa a países y empresas, productores y consumidores—trasladó recientemente su sede de Londres a Abiyán, la capital económica de Costa de Marfil con el “objetivo de acercarse a las necesidades de los productores”.

Mighty Earth denuncia “el insostenible modelo de la industria del cacao” y alerta que se está exportando a otros países y continentes. La República Democrática del Congo es el nuevo foco en África, mientras que Indonesia y Perú lo son en Asia y América. Para frenar y reparar estos daños, la ONG apela a la responsabilidad tanto de las grandes multinacionales como del Gobierno marfileño, que, a pesar de tener organismos dedicados a la protección de los bosques, están fracasando en esa labor. Ni la Oficina Marfileña de Parques y Reservas, ni la agencia Sodefor han sido capaces de blindar sus reservas.

Desde las compañías señaladas se reconoce el problema, aunque las propuestas de solución son aún vagas. El informe muestra una “realidad”, pero “lleva tiempo” poner en marcha medidas que solucionen estas prácticas, admite Christiaan Prins, encargado de Relaciones Exteriores de Barry Calleabut, en conversación telefónica. Según Prins, la compañía está trabajando junto a ONGs y Gobierno para frenar el cultivo en áreas protegidos.

Agricultores trabajan el grano del cacao.
Cargill y Olam han reaccionado ambas con un comunicado. Cargill, que remite a su programa la Promesa del Cacao, afirma que “están trabajando para asegurar la sostenibilidad de la cadena, incrementando los procesos de certificación”. Olam responde que la deforestación está en el “centro de nuestros programas de sostenibilidad en todo el mundo”, reconoce el problema y dice que por eso son cofundadores de la Iniciativa Coca y Bosques, que engloba a 34 compañías y que, junto a los Gobiernos de Costa de Marfil y Ghana presentará un detallado plan de acción el próximo mes de noviembre. Sin embargo, acepta que “no hay una respuesta rápida”.

Si bien las compañías llevan años hablando de sus compromisos con los productores, los derechos de los trabajadores y el impacto medioambiental, las promesas no se traducen a la práctica. Migthy Earth insiste en la urgencia de “adoptar y ejecutar planes detallados”. La rapidez de las medidas tiene que superar el ritmo de deforestación.