jueves, 13 de noviembre de 2014

Sorgo y mijo para combatir la pobreza y el hambre en Zimbabwe
fao.org
En colaboración con el Gobierno de Zimbabwe, la FAO trabaja para impulsar la producción, procesado y comercialización de cereales pequeños.

Datos clave

Producir cultivos que necesitan mucha agua -como el maíz- en zonas propensas a la sequía es sin duda arriesgado. Sin embargo, muchos de los pequeños agricultores de Zimbabwe están haciendo precisamente eso, y con ello, aumentan sus posibilidades de rendimientos escasos, pérdida de ingresos y padecer hambre. Trabajando junto al Ministerio de Agricultura, Mecanización y Desarrollo del Regadío de Zimbabwe, la FAO -a través de su Programa de Cooperación Técnica-, se esfuerza en impulsar la producción, procesado y comercialización de cereales pequeños en tres de las provincias más áridas del país.
Para contrarrestar el riesgo de bajos rendimientos, pérdida de ingresos y hambre, el Gobierno de Zimbabwe se dirigió a la FAO para recibir asistencia y ayudar a los agricultores de zonas marginales del país a centrarse más en la producción de cereales pequeños, como el sorgo y el mijo.
Ambos son cultivos tradicionalmente importantes que pueden darse con relativamente menos agua, y son más nutritivos que el maíz.
Trabajando junto con el Ministerio de Agricultura, Mecanización y Desarrollo del Riego de Zimbabwe, la FAO inició un proyecto piloto de dos años en septiembre de 2010 para impulsar la producción, procesado y comercialización de cereales pequeños en tres de las provincias más secas del país.
Según Joyce Mulila-Mitti, oficial técnico principal de la FAO para el proyecto, el maíz es lo que casi todos los agricultores en Zimbabwe quieren cultivar. “Es tan popular que tiende a plantarse en zonas del país donde las condiciones no son favorables”, aseguró, incluyendo áreas que reciben menos de 600 mm de lluvia al año.
Existe un fuerte incentivo -incitado en parte por la política del gobierno y los servicios de extensión agrícola- hacia la producción de maíz, con agresivas campañas de las empresas de semillas y los molinos, políticas de precios favorables y una elevada demanda. También se encuentran fácilmente disponibles variedades de maíz de alto rendimiento y la tecnología para su cultivo.
Cultivar cereales pequeños, en cambio, no ha venido siendo fácil para los agricultores de las zonas más áridas de Zimbabwe, a pesar de que son más adecuados para el entorno y se trata de excelentes fuentes de proteínas, energía, vitaminas y minerales.
Para empezar, sus costes de producción son altos y hay escasez de semillas de buena calidad. Durante los períodos de sequía, los agricultores a menudo tienen que reciclar la misma semilla para la temporada siguiente, lo que resulta en rendimientos más bajos. El procesado tradicional de los cereales requiere de mucha mano de obra y se carece de investigación y apoyo técnico.
Eliminar obstáculos Pero hacer frente a estas limitaciones era exactamente lo que el proyecto se propuso hacer. Empezando por asegurarse de que los campesinos tenían una fuente fiable de variedades de semillas de sorgo y mijo mejoradas y de alto rendimiento. El proyecto capacitó a varios agricultores, así como a funcionarios del Departamento de Servicios Técnicos y de Extensión Agraria (AGRITEX) –el socio para la implementación del proyecto–, para multiplicar semillas. De esta forma se facilitó que los agricultores las tuvieran mediante la creación de sistemas de producción y distribución de semillas de base comunitaria en cada uno de los nueve distritos participantes.
Se ayudó a fortalecer la capacidad de los trabajadores de AGRITEX para proporcionar apoyo técnico a los productores de semillas, y se garantizó de que las técnicas de multiplicación de semillas pasaran a otros extensionistas y agricultores, a través de formación y manuales de producción. Por otra parte, los agricultores también aportaron sus conocimientos a los investigadores del Instituto de Mejoramiento Vegetal, que supervisa a los productores de semillas y cereales.
Efecto dominóGracias a las parcelas de demostración, las visitas de intercambio y las jornadas de campo, los agricultores pudieron conocer de primera mano las ventajas del uso de las variedades mejoradas y tecnologías introducidas por el proyecto y también discutir y comparar diferentes prácticas de cultivo.
Uno de estos días de campo atrajo a más de 250 personas, entre ellas miembros de alto nivel de la comunidad y regidores. Una mujer explicó que estaba animando a más agricultores de su distrito a dar una oportunidad a los cereales pequeños, sobre todo porque las variedades mejoradas maduran antes. “Ya he cosechado suficiente sorgo y mijo perla para alimentar a mi familia hasta la próxima temporada, y con excedente para vender”, afirmó.
Asegurar mercadosLa sostenibilidad de la producción de semillas y cereales depende de la disponibilidad mercados seguros. Sin ellos, los agricultores tienen pocos incentivos para producir.
Las visitas de intercambio y días de campo proporcionaron un entorno ideal para que los agricultores hiciesen contactos para el comercio de semillas con otros agricultores y partes interesadas.
El proyecto también vinculó a los agricultores a los nichos de mercados, como empresas cerveceras –grandes consumidoras de sorgo– y organizaciones no gubernamentales que participan en programas de distribución de semillas en Zimbabwe.
Entorno normativoLos cereales pequeños tienen un excelente potencial, no solo para mejorar la dieta y los ingresos de los agricultores de las zonas marginales de Zimbabwe, sino también la seguridad alimentaria nacional.
El proyecto de la FAO ayudó a sentar las bases para la producción sostenible de cereales pequeños y atraer a más agricultores, incluso los que están fuera del área del proyecto. Pero aún queda mucho por hacer, empezando por un entorno normativo propicio, asegura Mulila-Mitti.
Dada la frecuencia de las sequías, la producción de cereales pequeños no sólo debe ampliarse en las zonas marginales del país, bajo la orientación de AGRITEX, sino que los agricultores de las regiones productoras de maíz deberían reservar parte de sus tierras para los cereales pequeños como forma de mitigar el riesgo de desastres .
Las políticas gubernamentales deberían incluir el sorgo y el mijo en los programas de suministro de insumos, algo que el país está haciendo ya en sus regiones más áridas. Y significaría apoyar más la investigación y los servicios de extensión en la producción de cereales pequeños.
El uso de pequeñas trilladoras motorizadas suministradas por el proyecto no sólo ahorró tiempo a los agricultores durante la recolección, sino que redujo la cantidad de partículas extrañas en el grano, ayudando a los campesinos a obtener un mejor precio. A medida que aumenta la producción, deben ponerse más trilladoras a disposición de los agricultores.
También deben aprovecharse nuevos mercados, incluyendo los de países vecinos como Botswana, donde “la gente come sorgo como principal alimento básico en su dieta, al igual que se consume maíz en otras partes de África austral”, señaló Mulila-Mitti.
Por último, es importante dar a conocer el valor nutricional del sorgo y el mijo, así como asegurarse de que estos están ampliamente disponibles: desde tiendas que venden harina de sorgo y mijo hasta establecimientos de comida rápida y restaurantes con comidas basadas en los cereales pequeños.