sábado, 14 de junio de 2014

Los países europeos podrán vetar los cultivos transgénicos en su territorio
diariobae.com
Tras cuatro años de intenso debate, el Consejo de ministros de Medio Ambiente y Agricultura ha acordado este jueves que cualquier país de la Unión Europea (UE) pueda desmarcarse en la implantación de organismos genéticamente modificados, pese a que estos cuenten con la autorización de Bruselas. Para lograr el permiso de la Comisión Europea, los Estados deberán alegar razones de impacto ambiental, agrícola, socioeconómico o de gestión del territorio.

El Ejecutivo comunitario espera que, al incrementar el margen de maniobra de los Gobiernos, las reservas de los países más beligerantes sean menores y el proceso europeo de aprobación de nuevos transgénicos se desbloquee. Para que el acuerdo —que ha recibido el voto favorable de 26 de los 28 Estados miembros, con la única oposición de Bélgica y Luxemburgo— se convierta en definitivo, aún debe ser ratificado por el recién elegido Parlamento Europeo en una votación que está prevista para otoño.

Una cosechadora recoge maíz modificado genéticamente

Cuando esta modificación de la legislación comunitaria entre definitivamente en vigor, el procedimiento de aprobación de nuevos cultivos transgénicos se dividirá en dos fases. En una primera, los países que muestren reticencias sobre la inclusión de una nueva variedad en sus territorios deberán notificarlo a la Comisión Europea. Si, pese a la restricción geográfica, la empresa que desarrolla la cepa decide seguir con el proceso de autorización, debería solicitar el visto bueno de Bruselas para su comercialización en los países que no se oponen.

En el supuesto de que la compañía rechazara esta restricción geográfica, se abriría una segunda fase en la que los Estados miembros deberían justificar los motivos por los que pretenden prohibir la nueva variedad. Al final del proceso, una vez que el cultivo transgénico reciba la autorización de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (el organismo encargado de evaluar su impacto sobre la salud y el medio ambiente), los Estados miembros que hayan mostrado reservas sobre su implantación podrán prohibirla de manera definitiva en su territorio.

Monsanto, una de las empresas líderes del sector de los transgénicos, cargó contra una decisión que califica de “tragicómica” y que, según sus responsables, manda una “mala señal” al resto del mundo y prohíbe “cosas” por razones populistas.