martes, 22 de mayo de 2018

Economía de la Biodiversidad, paradigma infranqueable
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El miope concepto que como humanidad se tiene de la economía


Hablar de los valores económicos de las especies silvestres no es cosa sencilla, por el contrario, la economía de la biodiversidad enfrenta una serie de paradigmas infranqueables.

En un ejemplo tan sencillo, ¿cuánto vale un árbol?, lo primero a tomar en cuenta es, ¿con relación a quién? Un mismo árbol no vale igual para el propietario del bosque. El campesino recolector le da un valor diferente de acuerdo al costo de la leña; el citadino ni siquiera lo toma en cuenta en su ausencia de convivencia con la naturaleza, y el industrial, que se dedica a la tala y comercio de la madera, lo ve con signo de muchos pesos.

Dicho de otra manera, para el primero, valdrá lo obtenido de su venta al industrial, quien lo corta, lo transforma y lo vende; al campesino, le será satisfactorio el ahorro conseguido por la compra de leña; al tercero citadino, valdrá tal vez vale nada y el cuarto y último le da un valor mucho mayor, ya que, compra barato y vende caro.

Ahora bien, el bosque produce oxígeno por la composición de sus individuos, retiene en suelo evitando se convierta en campo estéril y rocas, capta el agua facilitando su filtración a los mantos freáticos y constituye el hábitat, casa, abrigo y alimento de otras especies de flora y fauna. ¿Cuánto valen los beneficios ambientales y qué nos proporciona? Ahí están, lo sabemos, pero en términos de economía, ¿conocemos totalmente su valor?

Todo esto por supuesto vale y vale mucho en pesos y centavos. Es más redituable conservar el bosque, manejarlo, cuidarlo, procurar su sostenibilidad para que permanezca durante el tiempo y siga proporcionando bienes y servicios por generaciones, al contrario de construir presas, transportar agua por cientos de kilómetros y reforestar después un área con miles de arbolitos de los cuales 3/4 partes o más mueren por falta de cuidados.

Según fuentes oficiales, la tasa de deforestación en México varía: de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la remoción anual de madera es 56 millones de m3 por año de madera rural e industrial. Por su parte, la estimación nacional del periodo 2005-2010 de Semarnat, es de 155 mil hectáreas por año.

No obstante las variaciones de información son indicadores alarmantes, no por el hecho de tomar conciencia de la creciente tala de árbol, sino por las consecuencias que a corto plazo se derivarán de la falta de cobertura vegetal, propiciará la desertificación de los bosques, erosión de la tierra, carencia de agua dulce disponible, ya de por sí escasa, y nos lleva a reflexionar sobre lo erróneo de dar más peso a la política económica, por encima la política ambiental; siendo esta última totalmente desestimada.

La economía de la biodiversidad debe considerar otras especies animales y representantes de especímenes que son sujetos de comercialización, las más de las veces totalmente ilegal, creando un mercado negro. Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) se ha considerado como uno de los negocios ilegales más redituables en el mundo con ganancias estimadas en 100 mil millones de dólares anuales, solo superado por el negocio de armas y el de drogas.

Como resultado de inspecciones en México en el año 2013, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) aseguró a nivel nacional 35 mil 734 ejemplares en categoría de especies amenazadas, 944 en peligro de extinción y 5 mil 735 sujetas a protección especial. En tanto, 2014 arrojó cifras que ascendieron a 57 mil 340; 1 mil 165 y 3 mil 561 bajo las mismas categorías respectivamente. Lo anterior conduce a reflexionar sobre el daño causado al planeta, a los recursos naturales de los cuales dependemos para vivir y sobrevivir.

Reconocemos en el Consejo Internacional de Recursos Naturales y Vida Silvestre que por ganancias monetarias la especie humana está dispuesta a sacrificarlo todo, incluso su futuro al destruir su casa, el planeta con sus recursos naturales. Es hora de tomar acción y dar a la biodiversidad el valor correspondiente por encima del miope concepto de bienestar económico por parte de la humanidad.