jueves, 23 de octubre de 2014

El nivel de agua de la Antártida aumenta más rápido que en el resto del planeta
ANTONIO ARETXABALA | Geólogo, Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra | hoy.es


    La media global es de unos 3 milímetros al año, lo que lleva a que en el último par de décadas el mar haya aumentado su altura en unos 6 centímetros, pero en los mares del sur esa tasa ha llegado hasta los 8 centímetros

    La Antártida.

Acabamos de conocer que el nivel del mar alrededor de la Antártida aumenta más rápido que en el resto del orbe. La media global es de unos 3 mm al año, lo que lleva a que en el último par de décadas el mar haya aumentado su altura en unos 6 cm, pero en los mares del sur esa tasa ha llegado hasta los 8 cm. Craig Rye y sus compañeros de la Universidad de Southampton (Reino Unido) han llegado a la conclusión de que se han distribuido por los océanos en este tiempo unas 350 gigatoneladas de agua dulce.

Las observaciones de estos autores se suman así a las hechas hace dos años por Frank Fletchner y sus compañeros del Centro de Estudios Geológicos de Potsdam en Alemania, que descubrieron una tasa aún mayor en los hielos de Groenlandia, en este caso, entre 2002 y 2011, llegó a 0,7 mm al año con una masa total vertida por la mayor isla del mundo de 240 gigatoneladas de agua a los océanos. Contando solamente con la Antártica y Groenlandia podríamos estar hablando de casi 1.000 kilómetros cúbicos de agua dulce vertida a los océanos desde los años 80. Su implicación en el cambio de salinidad de las grandes corrientes marinas, y por lo tanto de los patrones de clima global, ya se está dejando notar.

Desde la última glaciación unos 52 millones de kilómetros cúbicos contribuyeron al cambio radical de la dinámica climática e hídrica de todo el planeta, las consecuencias sobre la hidrosfera fueron contundentes, el mar subió unos 130 metros, cambiaron las corrientes, pero la corteza terrestre también reaccionó.

Recientemente hemos sabido que la temperatura de junio de 2014 en los océanos de la Tierra ha marcado nuevos máximos, con ella también la salinidad, siendo el mes de junio de 2014 el junio más cálido por tierra y agua de nuestra historia instrumental. Nueve de los diez junios más calientes se dieron en el presente siglo XXI, las mediciones se vienen haciendo desde mediados del XIX. El nivel del agua también aumenta por dilatación.

Buena parte de los desastres geológicos vienen causados por el derretimiento de las capas de hielo, el rebote elástico de la corteza y el aumento del nivel del mar. Dichas capas presionan la tierra bajo ellas, pero ésta se eleva a medida que desaparecen, provocando así tensiones geológicas regionales (terremotos, deslizamientos, tsunamis...). El agua de deshielo se traslada a los océanos donde pasa a ser una masa pesada que deprime el fondo del mar con resultados similares bajo el agua. La Tierra es un sistema interconectado, lo que sucede en un lugar determinado del planeta afecta a otras zonas.

Estas investigaciones muestran que a finales de la última edad de hielo, cuando Escandinavia, por ejemplo se elevó unos 300 metros, sufrió terremotos que alcanzaron magnitudes de hasta 8 grados. Se detectan entonces enormes deslizamientos submarinos de sedimentos en la costa oeste de Noruega, un enorme tsunami afectó a Escocia, Groenlandia y la costa oriental americana.

Al mismo tiempo, Islandia "explotó" durante 1.500 años, con una actividad volcánica unas 30 veces superior a la de los últimos siglos. Un kilómetro de capa de hielo impedía las erupciones. En 1783 el volcán Laki, situado entre el Hekla y el glaciar de Eyjafjallajokull, que se hizo famoso en 2010, registró otra erupción prolongada e intensa. Emitió tal cantidad de cenizas que asoló todos los pastos de Islandia y con ello provocó la muerte del ganado y de la mitad de la población. Las cenizas cubrieron Europa durante meses y destruyeron las cosechas. El hambre se extendió por toda Europa, se disparó la mortandad en Inglaterra y en España; en Francia, los efectos de la erupción del Laki fueron el detonante para la revolución francesa, así es como a partir de un fenómeno geológico nacieron las modernas democracias.

Hay otros precedentes muy bien conocidos que nos ayudan a comprender el futuro que viene. Ya estamos tardando en integrar el cambio climático en la planificación territorial, en todas nuestras políticas de gestión urbanística y costera, riesgos, planificación urbana, infraestructuras, vías de comunicación, parques, ciudades...

El papel de los arquitectos y urbanistas del siglo XXI deberá definirse en un nuevo contexto de amplio conocimiento científico. Asimismo el marco de adaptación de nuestras ciudades a este dinámico escenario global coincide también con un hecho sin precedentes en nuestra historia: desde 2010 más de la mitad de la población ya vivimos en ciudades, la población completa que albergó el planeta en 1980, otra nueva y fascinante experiencia para la vida en la Tierra.

Bill McGuire, profesor de Geofísica y Riesgos Climáticos en la Universidad College de Londres y miembro del Grupo de Trabajo de Riesgos Naturales del Reino Unido, afirmó después del tsunami de 2004 que el cambio climático ya está comenzando a afectar a la tierra sólida y hoy ya vemos sus efectos.