miércoles, 12 de abril de 2017

El poder del contacto con la naturaleza
lanacion.com.ar

Para el año 2050 se proyecta que tres cuartas partes de las personas viviremos en ciudades. Las costumbres y las rutinas cotidianas provocan una disminución de la vida al aire libre que, aunque consideramos importante, relegamos ante otras actividades puertas adentro.



 En el libro The Nature Fix, why nature makes us more happy, healthier and more creative, la escritora best seller del New York Times Florence Williams explora mediante investigaciones, entrevistas y viajes cómo está evolucionando (o no) nuestra relación con la naturaleza en todo el mundo y expone varios puntos para repensar ese contacto esencial.

Sufrimos una dislocación epidémica del aire libre, sostiene la autora, y esto es destructivo para la salud física y mental. La terapia que propone es una droga mágica, legal y recomendada por el médico: más vida lejos del sillón. Algunos de los estudios científicos que expone muestran cómo tan sólo 15 minutos de caminata por el bosque reduce los niveles de cortisol (la hormona del stress) y que, aumentando esta dosis a 45 minutos, la mayoría de las personas experimentan mejoras cognitivas y de productividad. Otro de los beneficios que se observan son socioeconómicos, por ejemplo, cómo el acceso a espacios verdes disminuye las disparidades de salud mental relacionadas a los ingresos de las personas.

Para entender este superpoder verde, la autora trabajó con neurocientíficos y algunas de las principales hipótesis que exponen son que los olores del bosque nos excitan; los aerosoles presentes en los bosques siempre verdes actúan como sedantes suaves mientras que también estimulan la respiración. Tal vez sea el paisaje sonoro, ya que el agua y, especialmente, el canto de los pájaros han demostrado mejorar el estado de ánimo y el estado de alerta. O los beneficios de la naturaleza pueden deberse a algo tan simple como el hecho de que los paisajes naturales son, literalmente, fáciles para los ojos: muchos de los patrones de la naturaleza -gotas de lluvia que golpean un charco de agua o el montoncito de hojas- se organizan como fractales, y la retina humana se mueve en un patrón fractal mientras que forma una visión. Tal congruencia crea ondas alfa en el cerebro, la resonancia neuronal de la relajación.

Todo suma a la hora de aumentar los minutos en contacto con el verde. Experimentar pequeñas dosis de naturaleza en una plaza, armando una huerta (en la empresa Globant los empleados hicieron una en su techo en San Telmo) o en el cuidado de las plantas del patio. Cinco horas al mes, es el número mágico para aprovechar los beneficios de la naturaleza según esta investigación. "Podemos sentir ese placer de ver una serie en Netflix, hacer un viaje o comer un helado, pero nos cuenta reconocerlo al salir", dice Williams.

Parecen opuestos el avance de las grandes ciudades y el disfrute de los parques, pero en su viaje a Singapur, Florence Williams probó que no necesariamente. En Singapur, el tercer país del mundo con más densidad poblacional, mientras la ciudad no para de crecer en rascacielos, en los últimos 15 años las zonas verdes crecieron del 35 al 50% a pesar de sumar dos millones de personas. Contar con políticas que integran a la naturaleza a la construcción urbana con jardines verticales y en las escuelas ofrece una comunión entre ambos mundos. En Finlandia, los chicos tienen 15 minutos de contacto con la naturaleza cada 45 minutos de trabajo escolar, fue la manera más eficiente que encontraron para que vuelvan a prestar atención. No hace falta sacar un pasaje a la selva amazónica, podemos empezar por pasar más tiempo junto a las plantas del patio o armando un nuevo camino al trabajo para aprovechar cada parque que haya en el camino.