lunes, 21 de noviembre de 2016

ARGENTINA

La isla de los penachos
pagina12.com.ar

Cerca de la costa deseadense anida una colonia de curiosos pájaros de mechón amarillo sobre los ojos y andar oscilante. Son pingüinos que llegan todos los años siguiendo su alimento y se reproducen sobre estas rocas volcánicas, brindando un asombroso espectáculo natural en una tierra desierta, donde solo queda un faro como testimonio del paso humano.

Punto de partida, en la ría Deseado, para la navegación por mar abierto hacia la isla Pingüino.
Pingüinos de Magallanes, los primeros que se ven en sus nidos, con el faro de fondo.


La isla Pingüino no hay muelle. Cuando llegamos, el bote semirrígido se acerca a unas piedras resbalosas y, como en un ejercicio de yoga, hay que concentrar toda la fuerza en el pie para no caerse. Algunas piedras están cubiertas de un musgo verdoso al que la suela de la zapatilla no se adhiere y contra las rocas se estrellan pequeñas olas de agua muy fría. El primer paso ya está dado y hay que seguir. Roxana, nuestra guía, nos extiende la mano para hacer más fácil el traspaso. Caminar sobre las piedras es un ejercicio de elección constante: acá si, acá no, mejor allá, cuidado ahí. Cuando tocamos tierra todavía tenemos puestos los chalecos salvavidas.

En esta isla que está 25 kilómetros al sur de Puerto Deseado (2000 kilómetros al sur de Buenos Aires) y hoy es área protegida funcionó, durante la primera mitad del siglo XX, un apostadero naval y un faro de la marina. También acá venían los cazadores de lobos marinos a buscar sus presas. Procesaban la grasa en un tanque de ladrillos que todavía está en pie. Los restos de esas construcciones abandonadas se ven a lo lejos, desde el bote, y son el único elemento disruptivo en un paisaje, por lo demás, salvaje. “La idea del viaje es mirar todo, vamos a aprender un montón, pero siempre cuidando la fauna. 

Acá no hay vallas, ni alambres, los límites los ponemos nosotros o los ponen ellos: un huevo, un nido, es un límite. No tocamos nada. Si vemos un huevo fuera de un nido lo dejamos ahí, porque es la naturaleza”, explica Roxana antes de que nos larguemos a caminar por la isla. El pelo rubio ceniza se le escapa por debajo del gorro de polar y unos lentes negros le protegen los ojos del sol patagónico. Durante la navegación, que duró unos 40 minutos adormecidos, el frío fue duro. Ahora son las diez de la mañana y a medida que avanzamos empezamos a sacarnos las camperas.


Una pareja de penachos amarillos, parte de la numerosa colonia que llega cada primavera.


CRUCE DE PINGÜINOS 

Frente a nosotros se abre el “camino del guano”, por el que transitaban en el siglo XIX los recolectores de excremento de aves marinas. Empezamos a caminar y nos frenamos de golpe: un pingüino de Magallanes cruza muy tranquilo. “Los pingüinos siempre tienen prioridad de paso”, nos advierte Roxana. A nuestra derecha, vemos un grupo de ocho pingüinos caminando en fila recta, en paralelo al sendero. A lo lejos hay otro que cruza el camino, pega un salto para esquivar una piedra y sigue adelante. Están por todos lados: solo en esta isla viven unos diez mil pingüinos de Magallanes. Roxana nos pide que no los estresemos, porque están en período de reproducción, incubando sus huevos: “No es necesario ponerles la cámara de fotos en la cara”.

Los machos llegan todos los septiembres a la isla. Vienen desde Brasil, siguiendo la ruta de la anchoíta, que es su alimento. Llegan tras la anchoíta y se irán tras la anchoíta. En octubre viene la hembra, que reconoce a su pareja por el sonido de su graznido: no hay dos pingüinos con la misma voz. Ponen el huevo y el macho baja al agua a alimentarse, porque lleva 45 días sin comer. La hembra queda incubando y cuando su pareja vuelva, cuatro días después, se turnarán para comer.
Hay algo extraño en ver a los pingüinos en un paisaje así, sin nieve, anidando sobre la tierra o en manchones de pasto. Algunos están acostados sobre sus huevos, mientras que otros están parados, con las alas levemente abiertas y los ojos fijos. Bajo los ojos tienen una mancha rosa. Por ahí, por debajo de las alas y por las patas, donde no tiene plumas, están liberando calor. Pueden pasar horas estáticos en esa posición. Mientras Roxana nos explica cómo es posible distinguir un macho de una hembra (“el macho tiene la frente alta y cuadrada, la hembra, redondeada”) unas aves marrones sobrevuelan la isla. Son los skúas, los únicos predadores de esta colonia de pingüinos, que se alimentan de sus huevos y pichones.


Pingüinos de Magallanes, los primeros que se ven en sus nidos, con el faro de fondo.


LA FRONTERA 

El faro, ubicado en la parte más alta de la isla, marca una línea imaginaria de división. De este lado, más llano, viven los pingüinos de Magallanes. “Como les dice la gente, los comunes”, se ríe Roxana. Después del faro, la isla tiene una cara más rocosa y sobre el acantilado vive la colonia de pingüinos de penacho amarillo, que se formó hace treinta años, con la llegada de ochenta parejas. Hoy son más de mil. La colonia más grande está en Malvinas y los biólogos creen que los primeros ejemplares llegaron hasta Puerto Deseado buscando alimento. 

“Toda esta isla emergió del mar”, dice Roxana cuando nos sentamos cerca (muy cerca) de la colonia de pingüinos de penacho amarillo. Estamos sobre pórfido rojo, roca volcánica que enfrió rápido y por eso no tiene brillo. El rojo de la roca, el verde de la vegetación, el azul del mar y el liquen, que acá es amarillo por la gran cantidad de guano: la combinación de estos cuatro colores la enloqueció cuando vino por primera vez a la isla, como turista, hace unos años. En ese momento, trabajaba como guía en Península Valdés. “Cuando conocí la isla supe que quería venir acá todos los días”, asegura. 

Durante una hora, tomamos mate cerca de los pingüinos. Roxana insiste en que no debemos dejar ningún tipo de residuo y que “todo vuelve con nosotros a Puerto Deseado”. Las características de esta parte de la isla nos permiten un acercamiento mayor a los animales: del otro lado, los pingüinos de Magallanes anidan entre los arbustos, a lo largo y lo ancho de la parte más llana de la isla, y aunque están cerca, no es tan fácil tener una vista de la colonia en general. Acá, en cambio, tenemos frente a nosotros a más de un centenar de pingüinos de penacho amarillo, parados o echados sobre la roca, y podemos observarlos desde cerca sin molestarlos. No hay silencio sino un graznido a coro que no se detiene.


VIDA ANIMAL 

Parado sobre otra piedra, más cerca del mar, un pingüino está ensangrentado por completo. Tiene las alas levemente desplegadas y el pico abierto, pero no sale ningún sonido. El pecho se le infla y desinfla. Quizás tuvo una pelea -esta especie de pingüinos es una de las más agresivas-, quizás se lastimó en el agua. Parece angustiado, pero Roxana me explica que, en realidad, está estresado. Cerca de él, algunos duermen (parados, con la cabeza echada hacia atrás) y otros se limpian las plumas en pareja. Con ojos humanos, parece que están sin hacer nada durante horas: detenidos sobre la roca, con la vista fija en algún punto, durmiendo de a ratos, incubando sus huevos o simplemente liberando calor con las alas abiertas hacia atrás. 

Elijo uno para seguir con la mirada. Está parado junto a su pareja: dos cuerpos mullidos de unos 50 centímetros y menos de cuatro kilos, con las plumas negras y blancas brillantes. Tienen cara de malos: es el efecto del penacho, una ceja amarilla, casi fosforescente, que se convierte en breve cresta punk y contrasta con los ojos rojos. De repente, otro pingüino se acerca demasiado a ellos. Mi pingüino empieza a graznar: abre las alas y desplaza su cabeza hacia adelante mientras abre el pico. 

La hembra, a su lado, está inmutable. El rival se aleja y todo parece volver a la normalidad. Pero unos minutos después, el intruso no solo vuelve sino que trae ramas en el pico: quiere hacer un nido. Entonces sucede algo maravilloso: después de un par de intercambios de graznidos, cada vez que el rival deja frente a él un puñado de ramas para anidar y sale a buscar más, mi pingüino se las roba con el pico.

Ostrero negro, emblemático de este rincón patagónico, hábitat de numerosas aves marinas.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Un pueblo de Polonia instaló ciclovías luminiscentes que se cargan sólo con energía solar
elciudadano.cl

No sólo se ven bien; también son un ejemplo de sustentabilidad y ahorro, porque no requieren de nada más que energía solar para funcionar.


ciclovia luminiscente


Las nuevas ciclovías luminiscentes que se instalaron hace poco en Polonia harán el viaje nocturno e invernal más placentero, pero lo más importante es que ayudarán a disminuir el gasto energético y la contaminación lumínica.

Las vías, que están en una fase de prueba, están en el pueblo de Lidzbark Warmiński, al norte del país, y la idea es de TPA Instytut Badan Technicznych, una empresa de construcción que se especializa en desarrollo de materiales para caminos.

Los senderos están constituidos de miles de pequeñas “luminóforas” de un material sintético que puede emitir luz tenue por 10 horas y luego recargarse con la luz del sol, como describe el sitio polaco de noticias, Wyborcza. Es decir que la luminosidad de estos caminos es completamente autónoma y no requiere de otro tipo de fuente energética, lo que implica un gran ahorro de recursos y tal vez signifique prescindir totalmente de luminarias tradicionales para las vías.

ciclovia luminiscente de cerca

Aunque el fósforo puede brillar en varios colores, la compañía y la municipalidad del pueblo decidieron que fuera azul, porque combina mejor con el ambiente. Si después de un tiempo el proyecto resulta exitoso, esperan llevarlo a otros lugares de Europa.

Esta no es la primera empresa en probar la idea de dominar la luminiscencia para encender las ciudades. Glowee, una empresa emergente con base en Francia, ha estado desarrollando luces en espacios públicos y edificios, que brillan con bacterias bioluminiscentes

“En Holanda hay ciclovías similares. Esa fue nuestra inspiración para lo que hacemos en Polonia, pero la tecnología que usamos es diferente y, al contrario de la solución holandesa, no requiere de ninguna fuente de poder extra. La creación de estos senderos es parte de nuestra campaña por aumentar la seguridad en el tránsito”, explica Waldemar Królikowski, director de la Junta de Caminos Regionales, en Olsztyn, Polonia.

Fuente, IFLScience

miércoles, 16 de noviembre de 2016

ARGENTINA

Buscarán eliminar 100.000 castores en Tierra del Fuego para salvar los bosques
infobae.com

Formarán un equipo de 10 cazadores para poner fin a una plaga que destruye el territorio


Los castores están fuera de control en Tierra del Fuego (Télam)


Los trajeron de Canadá en 1946. Eran 20, pero a falta de animales depredadores, se multiplicaron y hoy ya son más de 100.000. En Tierra del Fuego, los castores ya fueron calificados como "especie exótica invasora". El avance no parece tener freno y ahora, por primera vez, las autoridades buscarán erradicar la especie.

Hoy el Parque Nacional Tierra del Fuego parece dinamitado: los árboles carcomidos y volteados se han convertido en la postal de un espacio que solía presentar otro paisaje.

"El castor roe el árbol hasta que lo derriba, luego lo troza y lo usa para alimentarse y para construir su madriguera", explicó Adrián Schiavini, investigador del Conicet y a cargo de la Estrategia Nacional sobre Especies Exóticas Invasoras. Con estas acciones, continuó, "lo que era un arroyo de montaña se convierte en una serie de embalses de agua quieta y muchos seres vivos que vivían ahí dejan de poder moverse".





También inundan rutas. "Para la mente del castor, un terraplén con una alcantarilla es un dique casi hecho. Tapan el agujero, eso se llena de agua y la ruta se inunda. Llevar una máquina y deshacer todo eso cuesta unos 30 mil pesos, y encima te vas y el castor lo hace de nuevo en 2 o 3 semanas", indicó Erio Curto, Director de Áreas Protegidas de Tierra del Fuego habla de tiempos.


La lucha contra el castor en la provincia data de varios años. En un principio, las autoridades creyeron que los propios vecinos podían terminar con la especie y, en consecuencia, se los estimuló a que los cazaran y vendieran sus pieles. Pero no fue suficiente, porque ocurrió que la mayoría solo trabajaba en las zonas más accesibles para obtener algún ingreso extra.


Ahora el Ministerio de Ambiente de la Nación y Tierra del Fuego coordinan un programa piloto que tendrá eje en ocho áreas específicas. El plan, que forma parte de un acuerdo que firmaron la Argentina y Chile en 2008, tiene como objetivo erradicar a estos roedores para luego restaurar las áreas afectadas.





La primera etapa a la iniciativa comenzó semanas atrás y consiste en la capacitación de un grupo amplio de personas. Una vez finalizada esta instancia de entrenamiento, se procederá a seleccionar a los 10 mejores. Ellos conformarán el equipo de personas que se dedicarán full time a cazar castores con trampas en las áreas que les sean designadas.

El trabajo se va realizar en el Río Pipo, el Arroyo Grande, las cabeceras del Río Esmeralda y el Río Mimica, en la reserva Corazón de lsla, en el arroyo Indio, el arroyo Asturiana, entre otros espacios.

Cabe que señalar que la decisión cuenta con el respaldo de organizaciones que promueven el cuidado del medio ambiente, como Vida Silvestre. "Los castores son un ejemplo más de la introducción de exóticas en nuestro país con fines económicos, de entretenimiento o control de plagas y generan un grave problema para la conservación", dijo a El País Manuel Jaramillo, director de Conservación de la ONG. "Muy lamentablemente, a pesar de que alrededor del mundo se han intentado metodologías no letales ninguna ha sido exitosa", señaló.

martes, 15 de noviembre de 2016

ESPAÑA

Nacen las mariposas más grandes del mundo
lacapital.com.ar

Esas mariposas tienen, por el tamaño de sus alas, una forma de vuelo pesada, llevada por la dirección del viento. Las hembras son más grandes y fuertes que los machos

Un ejemplar de Attacus atlas.


Oceanogràfic de Valencia, un complejo cultural y arquitectónico, registró el viernes el nacimiento de un grupo de Attacus atlas, las mariposas más grandes del mundo, una especie originaria del sudeste asiático cuyas alas tienen una envergadura de alrededor de 30 centímetros.

Esas mariposas tienen, por el tamaño de sus alas, una forma de vuelo pesada, llevada por la dirección del viento. Las hembras son más grandes y fuertes que los machos. En algunos países, como la India, estas especies son cultivadas por su utilidad en la producción de seda marrón del tipo fagara, similar a la lana, que las mariposas secretan en hilos no continuos.

Estos lepidópteros viven tan solo unos pocos días, ya que no tienen aparato digestivo y, por tanto, no pueden alimentarse durante su fase adulta. En cambio, obtienen toda su energía de la alimentación a base de hojas de frutales durante su fase oruga.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Amazonía de Perú perdió casi 2 millones de hectáreas de bosque en 15 años
elcomercio.com


Imagen referencial. La amazonía peruana perdió casi 2 mllones de hectáreas de bosques en los últimos 15 años como consecuencia de la deforestación. Foto: Pixabay.

La Amazonía peruana perdió casi dos millones de hectáreas de bosques por deforestación en los últimos 15 años, una superficie cercana la de El Salvador, según el 'Mapa de la Amazonía peruana 2016', elaborado por el Instituto del Bien Común (IBC). 

El documento es el cuarto de una serie de estudios realizados desde el año 2000 donde se compara mediante imágenes de satélite el estado de los bosques amazónicos en períodos quinquenales, explicó hoy (8 de noviembre de 2016) a EFE la investigadora del IBC, Sandra Ríos, autora del estudio junto al estadounidense Richard Smith. ​ El mapa concluye que el 74 % de la superficie de bosques amazónicos deforestados en los últimos 15 años en Perú, equivalente a 1,4 millones de hectáreas, se encuentra fuera de las áreas naturales protegidas y de los territorios indígenas titulados.

El estudio reportó un descenso generalizado en los índices de deforestación, salvo en aquellos territorios indígenas que todavía no han sido reconocidos como propiedad de los pueblos nativos. "El mayor hallazgo es que en comunidades nativas no inscritas es donde se ha dado el crecimiento de la deforestación, con un aumento del 68 % entre 2011 y 2015 respecto al período previo estudiado, comprendido entre 2006 y 2010", explicó Ríos. Las áreas naturales protegidas tuvieron una deforestación en el último quinquenio del 1,63% de su superficie, menor al 3,26% identificado entre 2001 y 2005 y al 9,9% que hubo entre 2006 y 2010.

Los territorios indígenas padecieron una reducción de sus bosques del 2,14 % en su superficie durante los últimos cinco años, también menor al 2,75 % del período 2001-2005 y al 3,45 % de la etapa 2006-2010. Ríos aseguró que existe una tendencia cíclica en los índices de deforestación y anticipó que es probable que en el próximo quinquenio las tasas de deforestación se incrementen. Para que la deforestación no sea irreversible en la Amazonía, la tendencia debería mantenerse a la baja, agregó la experta. Las zonas con mayor incidencia de deforestación se detectaron en las regiones de Huánuco y Ucayali, en la selva central del país, por la agricultura y la ganadería, y también en la selva meridional de la región de Madre de Dios, por minería ilegal. El mapa también contempla otras zonas de selva deforestadas por concesiones de cultivos agroindustriales de palma aceitera y cacao, como las del Grupo Romero en una zona entre los departamentos de San Martín y Loreto, y la del Grupo Melka en Tamshiyacu, cercana a Iquitos, capital de la región Loreto. 

Ríos manifestó su intención de elaborar próximamente un estudio que contemple de manera más pormenorizada las causas de la deforestación en cada una de las zonas de la Amazonía, "pues no hay una causa homogénea para toda la región". El 'Mapa de la Amazonía peruana 2016' establece que el 48,9% de esta región del país, correspondiente a casi 38,5 millones de hectáreas, pertenece a categorías que ofrecen algún grado de conservación y manejo de bosques, ya sea a áreas naturales protegidas o territorios indígenas reconocidos o no reconocidos.

Agencia EFE 

jueves, 10 de noviembre de 2016

Tesla presentó un tejado solar que le da electricidad a los hogares
rpp.pe

La compañía dirigida por Elon Musk espera poner este producto, que tiene cuatro estilos distintos, llega al mercado en el 2017.

Conoce la casa que podría funcionar con electricidad.


El director ejecutivo de la compañía estadounidense Tesla, Elon Musk, presentó oficialmente el nuevo sistema de la firma para convertir una casa en una vivienda alimentada por energía solar. De acuerdo con el emprendedor tecnológico, la flamante integración de un novedoso tejado solar y una renovada batería de almacenamiento de energía pueden ser la respuesta de su compañía a la necesidad de consumo de electricidad que no genere emisiones de gases de invernadero.

La apuesta de Tesla es sin duda arriesgada, a la luz de que Dow Chemicals, firma que venía comercializando techos solares hace cinco años, anunció en julio que dejaría de producir este material porque el mercado para el mismo no se había abierto lo suficiente como para hacer su operación rentable.

Aun así, Tesla ha presentado, a diferencia del techo que capta la energía solar, tejas que convierten la luz solar en electricidad para alimentar el hogar que recubren. El material viene en cuatro estilos distintos: teja con textura de cristal, azulejo de pizarra de cristal, mosaico de la Toscana de cristal y teja de cristal liso.

Cada uno otorga una estética diferente a los techos, no obstante todos se parecían bastante a los tejados tradicionales. A pesar de cada una de estas tejas son transparentes a la luz solar, para lograr así su absorción, estos techos lucen opacos cuando se los ve desde un ángulo.


Dos de los estilos en los que vendría el producto.
Dos de los estilos en los que vendría el producto. | Fuente: Tesla


De acuerdo con Musk, estos tejados tienen casi el mismo rendimiento (98%) que los tradicionales paneles solares, pero, añadió, su firma viene trabajando de la mano con 3M para emplear en ellos una serie de revestimientos con aditivos que permitan una menor pérdida de energía e incluso rendimientos superiores al promedio. La clave para ello será lograr con estas sustancias que la luz rebote más veces entre las tejas, antes de dejarla escapar.

Aunque no se reveló cuál sería el precio de venta de estas tejas, Musk quiso adelantar que irá por debajo del precio regular de otros techos solares. Al estar hechas de cuarzo, las losetas deberán durar al menos dos o tres veces más que las regulares de asfalto. Tesla espera iniciar las instalaciones de estos equipos hacia el verano estadounidense de 2017, poniendo en el mercado dos de las cuatro opciones que se fabricarán.

Lo que sí se anunció con precio incluido fue la nueva célula de almacenamiento de electricidad producto de energía solar. La Powerwall 2 costará, en su versión más accesible, US$5.500 y tendrá capacidad para 14 kWh. De acuerdo con Tesla, cuenta con poder suficiente para alimentar, con su carga completa, los enchufes de una casa regular con dos dormitorios, incluyendo el refrigerador.

La Powerwall tiene el doble de capacidad de su predecesora y se trata de una célula compacta capaz de ser instalada en exteriores o interiores. Su instalación costará US$1.000 y su comercialización empezará en enero. Musk señaló que su compañía espera que este producto se venda más incluso que sus autos eléctricos —el buque insignia de la línea de productos Tesla— pues apela a más mercados a nivel mundial, donde el suministro de energía no existe o escasea por horas. Desde 2008, Tesla ha logrado vender más de 125.000 automóviles que funcionan con motores eléctricos, solo en los Estados Unidos.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Un hallazgo en la Antártida, clave para entender el canto de las aves
clarin.com

Un fósil que permitirán entender el origen de algunas aves. Un equipo de científicos del Conicet, en Argentina, y otros países descubrió que hace 70 millones de años había aves adaptados para emitir sonidos.

Orgullosos. De izquierda a derecha, los miembros del equipo investigador, Fernando Novas, Federico Agnolin, Marcelo Isasi y Daniel Martinioni, mostraron ayer miércoles restos del aparato fonador de ave más antiguo conocido hasta el momento. Revelaron datos sobre la comunicación de especies parientes de los patos actuales, y que descienden de algunas formas de dinosaurios.
Orgullosos. De izquierda a derecha, los miembros del equipo investigador, Fernando Novas, Federico Agnolin, Marcelo Isasi y Daniel Martinioni, mostraron ayer miércoles restos del aparato fonador de ave más antiguo conocido hasta el momento. Revelaron datos sobre la comunicación de especies parientes de los patos actuales, y que descienden de algunas formas de dinosaurios.



Hoy, existen más de 10.000 especies de aves en el mundo. Muchas de ellas cantan, hacen llamados o emiten graznidos, y deleitan o asombran a los seres humanos. Ahora se sabe que hace 70 millones de años ya había formas avanzadas de aves que contaban con un aparato fonador que les permitía emitir sonidos. La prueba son los restos fósiles de una especie de ave con el aparato fonador intacto que se preservó con el paso del tiempo en la Antártida.


El ave prehistórica de 70 millones de años.
El ave prehistórica de 70 millones de años.


Los restos fósiles fueron encontrados en 1992 por científicos del Instituto Antártico Argentino que estaban estudiando rocas en la Isla Vega, una pequeña isla de la península Antártica. Estaban muy bien preservados, a pesar de los cambios ambientales del lugar. Incluían un ala, el tórax articulado, y la columna vertebral del ejemplar. Los geólogos le acercaron los restos al paleontólogo Fernando Novas, del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, y se puso a estudiarlos. Uno de sus colaboradores, Marcelo Isasi, fue separando con cuidado los pedazos de piedras que estaban adosados a los restos del ave. Para que no se desmorone, el tórax quedó con roca.


En 1999, los restos fueron transportados a los Estados Unidos para que los analizara el investigador Sankar Chatterjee, quien a su vez los compartió con Julia Clarke, de la Universidad de Texas, en Austin. En 2005, Clarke con otros investigadores argentinos, como Claudia Tambussi y Jorge Noriega, publicaron la identificación del ave, que llamaron Vegavis iaai. Un nombre que tiene su explicación. “Vega” por la isla donde fue encontrado, “avis” por la palabra ave en latín; y “iaai” por las iniciales del Instituto Antártico Argentino, fundado por el Estado en 1951 y que apoyó la expedición que logró dar con los restos fósiles en el año 1992.


Para los científicos, los huesos del ave son como un tesoro, con más capas para descubrir. Hace tres años, pusieron los restos del tórax en un equipo de tomografía computarizada, como los que se utilizan para estudiar problemas de salud de los humanos. Al estudiar el tórax, se encontró en 2013 que contenía el aparato fonador de los pájaros, más conocido como “siringe”. Es la evidencia más antigua de aparato fonador en aves en el mundo, y ayer publicaron los detalles con un reporte en la revista Nature.


En el caso de los humanos, la laringe que se encuentra en la parte superior de la tráquea es clave para la emisión de la voz. Es el órgano de la fonación. En cambio, en las aves actuales, está la siringe en la base de la tráquea. Tiene una membrana a cada lado con la que se produce el sonido al pasar el aire.


“El ave estudiado tenía una siringe que estaba formada por anillos mineralizados. Esta característica aumentó las chances de que los restos de esa parte de anatomía blanda se conservaran”, contó a ClarínNovas, que es investigador del Conicet. “Dentro de la siringe, las membranas se arrugaban o estiraban, y producían el sonido. Por el tipo de siringe y por como son los demás huesos del ejemplar, estimamos que los sonidos que emitía eran parecidos a los de los patos actuales”, agregó. El equipo de investigación también realizó una reconstrucción en 3D del aparato fonador del ave de 70 millones de años. “Es notable la semejanza de la reconstrucción del ave prehistórico con los patos de hoy”, señaló Novas. Se buscaron estructuras similares en otras especies prehistóricas de más de 66 millones de años, pero no se halló nada igual a la siringe.


“Si bien se han identificado restos fósiles de aves más antiguas en la China, con huesos y plumas de más de 140 millones de años, hasta el momento nunca se había descubierto el aparato fonador. Significa que el ave que habitaba la actual Isla Vega en la Antártida sí lo tenía y podía comunicarse de manera compleja con otros individuos”, explicó Novas.

En los tiempos del Vegavis iaai, la Antártida era muy distinta a lo que se puede ver en la actualidad. Era del tamaño del pato de hoy y vivió cuando la Antártida no estaba cubierta de hielo sino que tenía un clima templado. “Era buceadora y convivía con otros animales vertebrados marinos, como los mosasaurios, tortugas marinas, plesiosaurios, un grupo de tiburones, amonites, especies del bosque Nothofagus y dinosaurios herbívoros del tamaño de un caballo”. Además de Novas, Chatterjee y Clarke, otros investigadores figuran como coautores del trabajo en Nature: Federico Agnolin (Fundación Azara), Zhiheng Li, Tobias Riede, Franz Goller, Marcelo Isasi, Daniel Martinioni (Cadic/Conicet en Ushuaia), y Francisco Mussel (Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA). Contaron con financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. “El hallazgo –sostuvo Novas– tiene importancia mundial para entender la evolución de las aves. Es clave que el Estado argentino siga apoyando a la ciencia”.